Querido Antonio Alcántara

Te cuento, pues sigo tus peripecias desde el principio de la serie. ¿Has empezado la temporada un poco revoltoso o me lo parece a mí? Quién te manda ir a París a presentar tu caldo. Allí has conocido a una bella periodista, gran profesión. Cuatro millones de espectadores contemplamos el tonteo. Como discreto no tienes precio. Según santa Teresa «la tentación no es pecado», hasta que caes en ella. «Ah, no soy yo es el guión», dirás. Pues haz lo que el personaje de «Niebla», te plantas ante tus guionistas y te rebelas contra la vida que quieren hacerte vivir. Imponte. Los Alcántara sois ficticios, pero auténticos. El amor ha de estar vinculado a la verdad. Sois un referente. Si quiero ver traiciones sigo un culebrón venezolano o la información política. No te pierdas, que la pierdes. Y nos pierdes.

En casa no te hemos sido leales durante 251 episodios para que ahora se la pegues a Mercedes, aunque sea con el pensamiento. Por ese camino terminarás en un callejón de San Genaro y dándole al tetrabrik. Un respeto a tus fieles. Resiste. Antonio, ¡no nos seas tonto el haba!

Un saludo receloso