Diario de León
Publicado por
ANTONIO NÚÑEZ
León

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Tengo fuera de control y despendoladas a la Virgen de Castrotierra, al lado de La Bañeza, que es mi pueblo, y a la de la Encina, en el Bierzo, las dos más guapas y que mejor hacen llover en la provincia, por este orden. El día que truene Santa Bárbara en las cuencas mineras nos vamos a enterar todos.

Tampoco hay una explicación laica a lo que está pasando. Porque hemos derivado en sólo dos años del calentamiento global del Planeta, al decir de la antigua ministra de Medio Ambiente en tiempos zapateriles, señora Narbona, a la ciclogénesis explosiva de Mariano Rajoy sin término medio. Ya escribió Machado aquello de «Españolito que vienes al mundo/ te guarde Dios/ una de las dos Españas ha de helarte el corazón». Siete borrascas en una semana, una detrás de otra, hacía tiempo que no se veían. Los de derechas suspiran nostálgicos con un «nieva como cuando Franco» y los de izquierdas lo hacen a la italiana echándole la culpa a Bárcenas y el caso Gurtel con aquello otro de «piove, goberno ladro».

Ni los más viejos del lugar recuerdan nada parecido en cuestión de cambio climático y sólo algunos añoran los pinganillos de carámbano que colgaban de los tejados en su juventud. Cóño, abuelo, mírese el suyo y si ya no lo tiene duro es por la calefacción de las casas, que entonces no había.

Empieza uno a estar harto de tanto efecto invernadero y ciclogénesis explosivas. Oiga, éste es el invierno de toda la vida con un clima como el de León, del que los de misa diaria decían ya de antiguo que sólo es bueno para los bueyes y algún que otro canónigo y los agnósticos que aquí sólo hay dos estaciones, a saber, el susodicho invierno y la de Renfe. Si es por hablar del tiempo y no del paro pase, porque en las barras de los bares donde me acodo no platicamos de otra cosa. ¿Y cómo arreglamos el país, vino va y vino viene? Los más somos ya partidarios de que vuelvan los anticiclones de las Azores —el de las isobaras, Aznar y Bush— y que gobiernen en aquellas felices islas, aunque se hielen aquí con nocturnidad y alevosía sueldos y pensiones.

Ahora a Montoro le ha dado por investigar la economía sumergida y amenaza con crear un cuerpo especial de inspectores de Hacienda contra los parados. No te jode en qué cosas se entretiene. Para borrasca esa, aunque a mí no creo que me pille, porque lo que cobro por estos articulillos lo declaro cada mes en el Inem. Miserias mientras me jubilo. Si quieren investigar algo que vengan y aprendan. Confidencialmente, porque con la que está cayendo esto sólo puede ocurrírsele a un ministro de Rajoy. Les diré lo que hago para ponerme de acuerdo con un fontanero: sin Iva, coño, ni pa tí, ni pa mí, ni pa Hacienda. El día que estalle esa tormenta, la de los parados, a Mariano también se le va a congelar, el pinganillo. Bajo ya lo tiene.

Soy amo, lo de propietario me suena fatal, de un perro cocker que no desgrava y que ya es viejo como yo. Ni se te ocurra, Montoro, darle una patada porque muerdo. Y que igual que a mí le gusta meterse en todos los charcos. Es una raza de canes muy nadadora que los antiguos usaban para levantar patos. De halcón y ballesta les decían. Yo vi cierta vez a uno cruzar el Bernesga en invierno de orilla a orilla mientras el dueño lo hacía por la pasarela, así cualquiera. Aguanta las ciclogénesis y lo que le cabrea es la pelambre en verano por el calentamiento global.

Me ha ladrado el perro que observe en la cola del Inem no si los parados son comestibles, sino si tienen para comer. Hombre, si fueran patos casi ninguno estaría ahora en condiciones de levantar el vuelo por mucho que les dispare Montoro. Sobre todo los del ladrillo, que pesa mucho. Este Gobierno no tiene ni zorra idea de meteorología, quieto perro. Y si por casualidad volaran taparían el sol con seis millones que somos. No vea usted el día que los pájaros disparemos a las escopetas la ciclogénesis explosiva que se va a montar.

Volviendo al paro, que es mi querencia hasta el Inserso, me encontré el otro día con un oso igualmente sin nada que hacer en Valdepiélago, donde al moreno Sandokán de ojos azules desenterraron funcionarios arqueólogos de la Junta con nómina de por vida, y le pregunté «¿Y tú, macho, qué haces aquí?», a lo que gruñó que estaba hibernando las ciclogénesis, pero Montoro le obligaba a sellar la cartilla del paro cada tres meses.

No me gustan los que maltratan a los animales.

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