Aboga por reducir a la mitad la población para garantizar la supervivencia
Somos demasiados y el planeta no da más de sí. Pese a los avances cosechados en la producción de alimentos, el ritmo de reproducción humana es asombroso. El periodista estadounidense Alan Weisman está obsesionado con los peligros que comporta la explosión demográfica. En 2011 la población humana ascendía a los 7.000 millones de personas, una cifra que pronto quedará anticuada. De seguir esta progresión, a finales de este siglo la Tierra será un espacio en que se hacinen 10.900 millones de individuos. No en vano, cada cuatro días el censo mundial crece en un millón de personas. «El 40% de la Tierra se usa para alimentar a solo una especie que está borrando a todas las demás especies», asegura Weisman, que ha recorrido 21 países para escribir su exhaustiva investigación, que lleva por título La cuenta atrás (Debate).
Weisman no es partidario de la política del hijo único, pues le parece «espantosa» la sola idea de que por edicto se limite el número de hijos. En cambio, el periodista aboga por la dispensación sin cortapisas de anticonceptivos y el libre acceso de todas las mujeres del mundo a la escuela. Bastaría con que cada mujer tuviera dos hijos para que se redujera a la mitad la población mundial y el suelo que pisamos no estallase así en mil pedazos. Si no se controla la natalidad, la crisis alimentaria está garantizada.