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Pasión lunar
El eclipse que tiñó de rojo el satélite duró ochenta minutos y suscitó gran expectación.
La Luna Roja no defraudó a los noctámbulos ni a los que se levantaron temprano para ser testigos de este extraño fenómeno celeste. Unos 80 minutos duró el eclipse total de Luna que ha mantenido con los ojos como platos a los pobladores de América. A quienes se lo perdieron les asiste el consuelo de que habrá más. El eclipse acontecido es el primero de una serie de cuatro que teñirá de rojo el satélite cada seis meses hasta dentro de año y medio. El espectáculo astronómico, fruto de un alineamiento entre el Sol, la Luna y la Tierra, comenzó en el oeste de Estados Unidos.
Fue cuando el astro comenzó a transitar la sombra de la Tierra. Cuando este prodigio astronómico sucede el color de la Luna cambia de un naranja brillante a un rojo sanguíneo para adquirir luego una tonalidad cobriza. La razón de este alarde lumínico se debe a la atmósfera. Las partículas atmosféricas refractan la luz del sol y solo dejan pasar la de color rojo, que es la que confiere a la Luna ese raro resplandor, algo que para los supersticiosos encierra connotaciones apocalípticas.
La expectación que suscitó el eclipse hizo que la Nasa transmitiera en directo el fenómeno. No fue la única. Numerosos canales de televisión americanos enviaron sus cámaras para dar cuenta del evento. A este lado del Atlántico, Canarias ha sido el único lugar de la Unión Europea desde el cual se ha podido ver el eclipse, si bien solo en su primera fase y por espacio de 40 minutos. También se pudo distinguir a la perfección el llamado cinturón de Venus, una franja de tintes violáceos en los que se inscribía el eclipse de Luna. La suave brisa que soplaba en el Teide animó a muchos aficionados a la fotografía a encaramarse a la montaña para inmortalizar el momento. Los tres primeros eclipses de la tétrada se podrán observar desde América y Oceanía, si bien el último, previsto para el 28 de septiembre de 2015, será perfectamente visible en toda Europa. No concurrirá otra serie como ésta hasta el año 2032. La última sucedió hace una década
Los expertos predicen que a lo largo del siglo XXI acontecerán ocho tétradas.
Desde tiempo inmemorial, los eclipses han sido sinónimo de malos augurios y acontecimientos funestos. Los antiguos consideraban que la ocultación del sol favorecía la proliferación de incendios, terremotos y otros infortunios, amén de originar cansancio y dolencias sin cuento.
La Biblia ya avisa de que las lunas de sangre son premonitorias de sucesos horripilantes. No se quedan atrás las leyendas precolombinas, que aducían que los eclipses eran obra de un monstruo cósmico que devoraba al Sol o a la Luna. En algunos círculos religiosos la tétrada que nos ocupa tiene una significación especial, ya que coincide con dos festividades judías importantes, la Pascua de 2014 y 2015 y los Tabernáculos (octubre 2014 y septiembre 2015).