Diario de León

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La Tarasca baila el chotis

Gigantes, cabezudos y dulzainas como banda sonora desfilan por las calles de Madrid para participar en los actos programados para San Isidro.

Los gigantes y cabezudos rindieron un homenaje a la tradición leonesa por las calles de Madrid.

Los gigantes y cabezudos rindieron un homenaje a la tradición leonesa por las calles de Madrid.

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pacho rodríguez | madrid
León

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El León más festivo se dio ayer un baño de multitudes en el centro de Madrid para ser pistoletazo de salida de San Isidro, las fiestas de la capital. Con las dulzainas como banda sonora, y con el cancionero leonés como marca de la casa, los gigantes y cabezudos desfilaron al son de tambores y dulzaineros con un resultado más que eficaz, incluso diríase que con más entusiasmo por parte del público del que a veces reciben por las calles leonesas en las ya próximas fechas de San Juan y San Pedro.

Con mucho público por la plaza de Oriente, por Sol y la calle Arenal, y con la calle Mayor abarrotada, más de cuarenta leoneses en total ofrecieron ese espectáculo que comanda la Tarasca y que rinde tributo a la tradición y a la ilusión de la fiesta que está por llegar.

Se fueron a Madrid en bus y volvieron en el día pero dejaron una buena huella de la tradición leonesa de gigantes y cabezudos, que fascina a los niños y remueve a los mayores. Y el turista japonés, por poner un ejemplo de lo que es Sol cualquier día a eso de las siete de la tarde, disparaba fotos. O ese mexicano, que preguntaba por la mujer enigma que no para de dar vueltas, y que ni es gigante ni cabezudo. Había leoneses, todos empeñados en descubrir la Tarasca a niños y mayores, cuñados y amigos y a quien se pusiera por delante, preguntara o no. En Sol, la expedición leonesa se unió con los gigantes de Madrid y partieron rumbo a la plaza de la Villa, en donde tuvo lugar la lectura del pregón, a cargo de la baloncestista Amaya Valdemoro. Pero la propuesta leonesa gustó porque la oferta con retazos y presencias de la música de toda la provincia es un filón por explotar y que cobra sentido en manos de músicos que miman el legado con más ánimo de expandirlo que de acapararlo, tal es el caso del maestro Tolo Cardeñoso o Pedro Gómez, en cuyas manos una dulzaina es un arma cargada de futuro, junto al resto de toda la agrupación. Este sábado, con los pendones volverá a sonar el León añejo.

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