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El desafío de un colectivo

Los okupas de Sants vuelven a la carga con refuerzos de barrios

Al menos 28 detenidos en la tercera noche de disturbios por el desalojo de Can Vies. La protesta sumó columnas de otros puntos de la ciudad y se extendió por Cataluña

Varios jóvenes vuelcan y queman contenedores formando barricadas durante los incidentes producidos tras la manifestación llevada a cabo en el barrio de Sants de Barcelona.

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C. MÁRQUEZ / A. BAQUERO / T. SUST / Barcelona
León

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La copiosa lluvia que cayó anoche sobre Barcelona no sofocó los ánimos. La concentración convocada en protesta por el cierre de Can Vies tardó apenas unos minutos en degenerar en disturbios. Fue en la calle de Sants, que quedó convertida en un campo de batalla, jalonada por contenedores en llamas. A un lado, los manifestantes. Al otro, decenas de agentes antidisturbios de los Mossos que, con sus furgonetas, cortaban la calle. Dos bandos. Una metáfora del conflicto social causado por el desalojo de esa casa okupa y que, de momento, no tiene visos de amainar.

A la plaza de Sants acudieron unos 2.000 manifestantes, la mayoría de ellos chicos jóvenes. Muchos asistentes fueron llegando en columnas desde otros barrios de Barcelona y de ciudades de su entorno metropolitano. Solo desde Gràcia acudieron unos 600. Durante el desplazamiento, algunas de esas columnas fueron realizando cortes de calles y destrozos en el mobiliario urbano. En la ronda del Guinardó, uno de esos grupos prendió fuego a un vehículo de TMB que contenía bidones de gasolina.

Esas columnas formaban parte de las casi 50 convocatorias en apoyo de Can Vies que por toda Catalunya se celebraron ayer. De ellas, en Girona se reunieron 300 personas, mientras que en Lleida y en Tarragona hubo sendos centenares. También se convocaron concentraciones en Bilbao, Palma de Mallorca y Valencia, además del barrio de Gamonal, en Burgos. Muchas fueron minoritarias. No así en Barcelona, donde se volvió a demostrar el arraigo de los colectivos antisistema.

Furgonetas

De la plaza, la manifestación, bajo el lema 'Barrios en lucha', intentó bajar por la calle de Sants. Los Mossos les cortaron el paso con un imponente despliegue de decenas de furgonetas. Tras advertirles por megafonía de que no podían seguir avanzando, los policías pusieron en marcha el cañón de sonido como mecanismo de disuasión. Fue entonces cuando una avanzadilla de antisistema comenzó a mover contenedores y a colocarlos a modo de barricada aprovechando su parapeto para arrojar a los mossos botellas y piedras. Y las furgonetas policiales irrumpieron en la calle para dispersar a los manifestantes, que ya habían incendiado los contenedores.

Ahí comenzó una cadencia de cargas policiales a las que los manifestantes contestaban dispersándose para volver a agruparse y a actuar en otro emplazamiento. El juego del gato y el ratón estaba servido. A la una de la madrugada, la cifra de detenidos era ya de al menos 28 personas y la tensión se relajaba. Los Mossos se emplearon con contundencia, disparando salvas y proyectiles viscoelásticos. Horas antes, el propio 'conseller' de Interior, Ramon Espadaler, avisó de que había dado órdenes de que «se actuara con contundencia contra los violentos».

Redes sociales

No obstante, pese a la extensión territorial de las protestas, la convocatoria de ayer no consiguió el levantamiento que los organizadores persiguieron durante toda la jornada. En las redes sociales se intentó asimilar este conflicto con el de Gamonal, el barrio de Burgos que con una perseverante protesta vecinal logró parar un proyecto urbanístico del ayuntamiento entre la simpatía social. Los okupas de Can Vies han acuñado el 'hashtag' #gamosants y las referencias en las redes sociales eran constantes. Fuentes policiales especializadas en colectivos antisistema y de extrema izquierda destacan que usan esa similitud para ampliar la base de apoyo y lograr un mayor respaldo social.

Lo que quedó claro es que para el movimiento antisistema, la de Can Vies es una apuesta esencial. Sobre todo porque se trata de un espacio de referencia para el colectivo y porque es el penúltimo gran emplazamiento okupa en Barcelona. Aunque mantienen decenas de casas y locales ocupados, ya solo les queda la Kasa de la Montanya, situada en la parte alta de Gràcia y alejada del centro. Además, con Can Vies ya es el segundo edificio simbólico que el bloque pierde este año, después del desalojo en febrero de la Carboneria, en la calle Floridablanca.

Horas antes, la Federación de Asociaciones de Vecinos de Barcelona (FAVB) invitaba a la ciudadanía a participar de las protestas «de forma determinada pero en todo momento responsable», aunque en el mismo comunicado admitía: «Este viento de revuelta anuncia una 'llevantada'». Para esta entidad, los hechos de Sants y el mapa de las movilizaciones «se parecen demasiado a la geografía de las desigualdades y las injusticias que están rompiendo Barcelona».

Cuando los bomberos apagaban las cenizas de los contenedores, el ayuntamiento envió un comunicado que decía: «El alcalde Trias destaca la importancia de creer en la gente joven para hacer avanzar la ciudad y el país».