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Publicado por
ISAÍAS LAFUENTE
León

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Alfredo Pérez Rubalcaba decidió tras las elecciones europeas tirar la toalla. Convocó un congreso cxtraordinario de su partido para el 19 y 20 de julio que elegirá una nueva dirección que eventualmente convocará las primarias en noviembre. Algunas voces se han levantado reclamando un orden inverso de los acontecimientos. Incluso alguna fórmula intermedia como un congreso abierto a todos los militantes y no solo a los delegados. Seguramente si Rubalcaba hubiera optado por alguna de estos otros caminos alguien le habría reclamado el contrario. Han sido estas unas elecciones extrañas. A nivel europeo se nos prometió que serían históricas porque por primera vez elegiríamos en las urnas al presidente de la Comisión, pero ahora Angela Merkel se está pensando su apoyo a Juncker. A nivel nacional las elecciones se consideraban importantes para tomar la temperatura a mitad de legislatura pero nadie pensaba que iban a propiciar un terremoto como el que se ha producido en el principal partido de la oposición ni un boquete de tal dimensión en la férrea y masiva opción bipartidista.

Entre la estupefacción y el desprecio las formaciones miran al emergido Podemos y a su líder, Pablo Iglesias. Hace tres meses nadie les esperaba, las encuestas no les tomaron la medida y hoy tienen 5 eurodiputados y la confianza de 1.200.000 votantes. Veremos cómo evolucionan, pero de momento han demostrado dos cosas: que mucha gente en España está más desencantada de los políticos que de la política y que muchos esperan a alguien que les inspire confianza y les insufle algo de ilusión entre tanta decepción. Los congresos y los programas son importantísimos, sin duda. Pero ya vimos cómo el PP tiró sus promesas a la basura desde el primer consejo de ministros y vemos cómo el PSOE lleva en lo que va de legislatura un congreso y una conferencia política que no le han servido para frenar la hemorragia en las urnas. Creo que en estos momentos el interés ciudadano por el pormenor orgánico del PSOE tiende a cero. Sus potenciales votantes necesitan a alguien a quien creer. Y es que el tiempo pasa inexorablemente.