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Publicado por
ANTONIO NÚÑEZ
León

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Ahora es tiempo de esquileo. De las ovejas, de los perrines de pelo como mi cocker Duque y del contribuyente en la declaración de la renta, si bien para nosotros, los de dos patas, Hacienda afila la tijera todo el año. Los hay muy desalmados, Montoro. El rebaño de votantes españoles decidió abstenerse en las urnas el otro domingo. No tengo gatos en casa, pero como estoy escaldado huyo ya hasta del agua fría, igual que de esas elecciones europeas ni fu ni fa.

Pero le han costado la carrera política a Rubalcaba, un tipo correoso. Aunque menos que el gallego Pío Cabanillas, que también tenía un flotador en el culo, el cual cuando la debacle de UCD en el ochenta y dos cada vez que los periodistas le preguntaban por los resultados contestaba invariablemente «hemos ganado pero todavía no sabemos quiénes».

Rubalcaba sí y se retira de la política. Hombre, ya era hora. Tiene sesenta y dos tacos y nunca ganó unas elecciones ni siquiera en su pueblo, que es Cantabria. Allí lo barría siempre su paisano Hormaechea, que cambió la UCD por el toro Sultán , comprado en Canadá al módico precio de un millón de dólares de los de aquella época sin euros. Media España se reía de la ocurrencia. Los pasiegos no y siguieron votándole porque no sé si sabrá usted que la mitad de las vacas santanderinas son hijas de aquel semental. Eso es potencia, machos. Quieto, que me pierdo.

De aquella Rubalcaba tuvo que emigrar de diputado cunero a sitios como Cádiz, doblando el mapa, donde iba de segundón o más atrás. Pero el hombre conseguía sobrevivir en política, de eso se trataba, cargando siempre con un anisakis de anchoas en el estómago que malamente disimulaba en la sonrisa de la cara con ingentes y nostálgicas botellas de agua de Bezoya, ya sabe usted, la que entra por la boca y sale... muy económica.

De botella a botella, tranquilo Aznar, a mí Rubalcaba siempre me recordó a la etiqueta de anís del Mono, lo mismo que su amiga Valenciano a la de la Asturiana, si bien sin un apretado refajo y por eso no la votamos los machistas del Pajares para abajo. Quietos todos en la peña del bar o nos perdemos. Las elecciones europeas no dieron para más.

Rubalcaba fue por lana y salió trasquilado, según Paco, el veterinario de Vilecha que diagnostica también a mi perro y es uno de los últimos que resisten en el campo. A falta de ovejas y vacas cuida mascotas y las gallinas de otro vecino común, Carlos, cuando no le ponen. La última vez fue tajante. «Está claro», dijo, «les falta un gallo como al PP de León».

Kikirikí. Quietos todos. Cavilando sobre lo agropecuario Paco, Carlos y yo coincidimos en que Mariano es un capón con mayoría absoluta, lo que en el reino animal suele traducirse como falta de espolones, encima a él no se le ve la cresta. Debería tomar nota de Rubalcaba y aplicarse aquello de las barbas del vecino a remojo porque de perder votos no se ha librado ni Dios. Y de cara a las próximas elecciones por si se la parten.

En el PSOE se afilan navajas cabriteras. Unos las guardan en la faja y otras en la liga, como Carmen Chacón. Si es usted esquilador ni se acerque, porque esos son profesionales. Y tampoco vaya al pesebre de los partidos políticos, que está abarrotado y no cabe ya ni una garrapata más en ayuntamientos, diputaciones y autonomías. Lo mejor sería sulfatarlo todo.

Mi perrico y yo andamos cabreados con esta primavera que no acaba de invernar, cada uno en la peluquería que nos trasquila. Pero lo olemos todo, él a los bichos y yo a la clase política. Instinto de cazador se le llama a eso. El olfato es el olfato. Y en las tardes de lluvia nos entretenemos leyendo el periódico, donde yo siempre pico por deformación profesional. Él, en cambio, no. Mira los santos, digo las fotos, y no suele fallar cuando ladra que por la estampa es otro que quiere volar lejos desde el ayuntamiento, pongamos por caso. Algunos lo más lejos que llegan es a la Diputación, pero por ahí se empieza. Luego los que nos estrellamos somos nosotros y no nos queda ni la protectora de animales, que no sería mal refugio en las elecciones municipales.

Mi perrico Duque, que según dice su pedigree es de una raza antigua «de ballesta y halcón», nada menos, para levantar patos me ladró ayer que lo de la abstención del domingo atufaba. Tenía plumas, pico, andaba como un pato y decía cuá.

Tengo que ladrar más con él.

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