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Tres de cada diez españoles evitan el contacto con una persona con VIH

Un estudio señala que las campañas de información no han calado como debieran .

Publicado por
daniel roldán | madrid
León

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La búsqueda de una cura para el VIH se ha convertido en uno de los motores científicos de las últimas décadas del siglo XX y principio del siglo XXI. Desde su eclosión en la década de los ochenta, los avances en el conocimiento y el combate de esta pandemia han sido constantes. Tantos que cada día la vacuna está más cercana y el número de contagios está descendiendo. Sin embargo, todavía quedan muchas reticencias con respecto a las personas que tienen la enfermedad o son portadoras del virus. Sobre todo a la hora de compartir espacios fundamentales de convivencia como los colegios o las oficinas.

Cuatro de cada diez españoles se sienten incómodos si deben trabajar junto a una persona portadora del VIH, tal y como revela un estudio codirigido por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) y la Sociedad Española Interdisciplinaria del Sida (Sesida) y en el que participa la Universidad del País Vasco. Incluso un 29% de las personas consultadas en este informe aseguran que evitarían cualquier contacto físico con dichos compañeros de laboro o en la vida más cotidiana. «Estos porcentajes se traducen en millones de ciudadanos que tienen algún prejuicio», denuncia María José Fuster, investigadora del departamento de Psicología Social y de la Organizaciones de la UNED y autora principal del trabajo. «Son más de treinta años que tenemos la infección en nuestra sociedad y se ha dado mucha información sobre el VIH y no es justificable que todavía continúe ese porcentaje de personas que tienen ideas incorrectas», explica la experta.

Esta escasa flexibilidad hacia las personas portadoras del virus también se traslada hacia los más pequeños. La mitad de los padres admite que estarían incómodos si sus hijos fueran al colegio con un niño con VIH. Esta actitud demuestra que las campañas de información no han calado como debieran debido a la contundencia de su mensaje o a la falta de penetración.

No obstante, según indica la autora del estudio publicado en la revista AIDS Care Journal, también hay un grupo fuerte de población a los que el mensaje les llega pero muestran una indiferencia total hacia el mismo. La claridad de las advertencias no son un factor determinante. Son sus propias creencias las que ejercen de barreras hacia el conocimiento de las formas y probabilidades de contagio. «No es que sean hipocondriacas pero son personas que tienen más susceptibilidad a las enfermedades infecciosas», explica la autora del estudio, que es la continuación de uno publicado en 2008. «Entonces, las personas con más edad eran las que menos admitían esa información», comenta Fuster. Con respecto a los datos de hace seis años, el rechazo de la sociedad ha descendido aunque todavía es «muy alto», según recoge el estudio realizado a través de 1.619 entrevistas telefónicas.

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