Ovejas sin cañadas reales

Que León fue reino hace más de 1.100 años quedó escrito en el monumento erigido en 2010 en la plaza de Toros para conmemorar la eférmeride. Que fue Cuna del Parlamentarismo está indicado a la entrada de la ciudad y ahora rubricado, con placa y boato municipal, en la plaza de las Cortes. Pero la ciudad olvida que la capital del reino, y en concreto la avenida Fernández Ladreda, es el punto de partida a la Cañada Leonesa Occidental. Así devuelven a las merinas la riqueza que dieron al reino. León reniega de su raza, pues, como dicen los primeros versos que publicó Julio Llamazares, hace 35 años: «Yo vengo de una raza de pastores que perdió su libertad /Cuando perdió sus ganados y sus pastos...» ( La lentitud de los bueyes ,1979).

Las merinas son desviadas por La Lastra en lugar de ser conducidas por la senda tradicional y legalmente ‘protegida’. Rumbo a los puertos de Babia, ayer atravesaron la ciudad cerca de 2.000 ovejas del ganadero Domitilo Fernández, que hace la trasterminancia desde Marne, en la ribera del Porma.

Las sendas de la trashumancia siguen vivas sobre el papel. Pero la Ley de Vías Pecuarias es papel mojado en León, que cuenta con 2.235 kilómetros de cañadas, cordeles y coladas. «Mientras tengamos ésto...», dice el pastor que guía el ganado tras el descanso a orillas del río Torío. «Lo peor es en el campo, que se han comido las cañadas y ahora están invadidas por cultivos», señala María Jesús, la esposa del ganadero. Hace de refuerzo, y de fotógrafa, para el paso del ganado por la capital en esta efémeride anual que sólo recuerda la hoja de servicio de la Policía Local.

Hace 25 años que el ganadero de Aralla surca la ciudad con sus merinas y cabras para subir a los puertos, pero desde el siglo XIV las cañadas están reservadas para el paso de ovejas por orden del Honrado Concejo de La Mesta. El desuso, el asfalto, los cultivos y el olvido las han ‘cerrado’.

Las ovejas pernoctaron la primera jornada de viaje en Villabalter, en la finca de un vecino que aprecia bien el abono de las merinas. En cuatro jornadas llegan a los puertos de Torre de Babia a disfrutar como reinas de los pastaderos tradicionales del verano. Es el segundo rebaño, del mismo ganadero, que surca la ciudad en una semana. El primero, de 900 cabezas, hace una semana rumbo al puerto de Villasecino, en Cabrillanes.

El paso de ovejas y cabras por la ciudad dejó un olor poco habitual a majada, el rastro del buen provecho que hacen de los pastos y simpáticas estampas como las dos chivinas que ‘tiraron al monte’ haciendo pinitos sobre el pretil del puente de Puente Castro. Las ovejas entraron como peregrinas y salieron por el agujero de Michaisa, tras atravesar el ‘desierto’ de La Lastra bajo un sol de castigo.

El concierto de las borregas enfiló el puente sobre las vías con el ferial y tras salir del túnel entretuvo un poco el rato a ancianas y familiares de la residencia de Armunia, encaramadas al muro para ver el espectáculo: «¿A dónde irán?, preguntaba una mujer. «A la montaña». El rebaño se despidió de la ciudad en menos de una hora y entró en los dominios de San Andrés del Rabanedo por la carretera Alfageme. Se ‘cierran’ las cañadas, pero aún quedan en León casi 50.000 ovejas que suben andando a los puertos y 40 ganaderos trasterminantes.