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Publicado por
ALcÁNTARA
León

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Al presidente de los Estados Unidos le ocurre lo mismo que a sus antecesores: tiene cien consejeros y sabe que uno de ellos lleva razón, pero no sabe quién. La ejecución de un condenado a muerte en Arizona ha suscitado el viejo problema, que todavía es menor de edad, de la licitud de la llamada pena máxima. El condenado, Joseph Wood, tuvo mala suerte en su trance último. Las guillotinas no fallaban, además de acabar con los casos de alopecia, pero las inyecciones letales distan mucho de estar perfeccionadas. La culpa, al parecer, es del pentotal sódico, que ya no es lo que era. Si se adulteran la ginebra y el whisky, también conocido entre nosotros, con permiso de la Real Academia Española de la Lengua, como guiski, ¿cómo impedir que a un condenado a muerte le suministren un pentotal apócrifo en un bar de la penitenciaría? Parece que al tal Josep Wood le caía antipático su suegro. Lo mató delante de su mujer, antes de cargársela. Fue visto y no visto, pero lo que ahora no pueden ver sin avergonzarse los que aplican la ley es la larga agonía del que consideran ajusticiado. Tienen un extraño concepto de la justicia. Dos horas de agonía soportó el asesino, que fue más piadoso con sus víctimas. El caso es que la ejecución en Arizona ha relanzado el viejo debate sobre la licitud de la pena de muerte, mientras nadie se cuestiona el derecho a matarse de los israelíes y los palestinos.

Una contienda muy desigual. Unos van ganando por muchos muertos contra unos pocos, pero no se trata de una batalla entre buenos y malos, ya que todos son malos y están llenos de odio hereditario. La diferencia más apreciable entre la franja de Gaza y Arizona es que esta última ha suspendido las ejecuciones por inyección y en la primera siguen cayendo misiles, hasta en las horas de recreo de los colegios. Muchos tragos son la vida, pero la muerte debía darse prisa. La única eutanasia que no se discute es la de los contendientes. Que cada cual se las arregle como pueda, mientras se organizan las conferencias por la paz.

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