Los expertos

La forma habitual de elegir a los altos cargos del Estado no está resultando adecuada: se rompe muy pronto. Lo ideal sería encontrar algunos de larga duración, pero no tanta como para impacientar a sus inmediatamente inferiores, que como es lógico desean con el mismo ímpetu dos cosas no incompatibles: que sus jefes suban de categoría o que suban al cielo.

Sabiamente el PSOE le propone al PP que un comité examine a los candidatos por si su túnica no está del todo blanca y hay que mandarla al tinte.

Todo por la limpieza, aunque haya quien piense que lo mejor sería obligar por ley a celebrar primarias.

Lo que sea tiene que sonar pronto porque agosto entra en su última semana y tardará mucho en volver. Urge un pacto de limpieza o regeneración democrática. Hay que indagar en busca de un nuevo modelo de ejecutivo político que esté lleno de agresividad, pero que no sepa a quien tiene que agredir. Un tipo con madera de triunfador pero que no sea de alcornoque.

Alguien capaz de elegir bien sus enemigos, por si llega el momento en el que necesita su respaldo. Si Maquiavelo hubiera sido tan maquiavélico como se dice habría quemado todos los ejemplares de El Príncipe menos uno. El reservado para él.

El líder del PSOE, Pedro Sánchez, quiere despolitizar los nombramientos de instituciones y reclama que hable Rajoy. ¿Cómo pedirle a un político que aclare sus intenciones? Si explicase sus proyectos se le caería la cara de vergüenza y Rajoy, que tiene una de esas caras que ya no se llevan, no desea extraviarla. Quizá prefiera no decir nada o bien que hable Javier Arenas, que para el caso es lo mismo. El fútbol ha vuelto y la gente se ha dado cuenta de lo ricos que somos por la impúdica zarabanda de millones invertidos en los jugadores. Ahí sí que abundan los expertos.

Cada uno tiene varios contables a sus órdenes y todos son listísimos.

No sólo ven crecer la hierba de los estadios, sino que se la comen.