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Publicado por
ANTONIO NÚÑEZ
León

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Cierto amigo mío tiene clasificados a los hijos de puta en tres categorías muy precisas. A saber, planos, esquinados y esféricos. Estos últimos, según él, son hijoputas los mires por donde los mires. Platicando este agosto con San Roque, su perro rabón y el mío «Duke», que también lo es, nos dio en la nariz que en este país para que un negocio te salga redondo tienes que pagar la mordida. El escándalo Pujol es un clásico del círculo vicioso en estado puro. Observe, si no, la curvatura perfecta de la cabeza, las órbitas de los ojos, la barriga y, según se ha sabido ahora, también la faltriquera. En su conjunto es todo redondo, incluída la estatura del personaje, la política y la otra. Sólo desentonaba últimamente el esguince vendado de un pie, pero otro amigo, éste de los que gastan puñetas en la toga, me ha prevenido muy profesionalmente. «No te fíes de las coartadas circustanciales porque la venda también puede estar llena de billetes de quinientos euros».

Mi abuela Catalina me avisaba ya que no debía andar en malas compañías, pero no le hice caso y he acabado con amigos como los ya antes dichos (Pujol no, los otros dos) y condenado a escribir articulillos como éste, que atufan a mierda los huela usted por donde los huela. Aunque me he acostumbrado, son los amigos que tengo y a mi edad no voy a hacerme ahora cronista oficial del ayuntamiento en prosa aúlica, amable, pesebrera y pelotas. Además, no va conmigo, que según otro colegui fotógrafo de dudosa catadura, soy un «tocagüevos».

A falta de grillos este verano, que han debido de comerse los topines, inocentes ellos, todo el crí crí se concentra en Pujol y familia, que no estarían de más en una jaula, dicho sea de paso. Oiga, algunos periódicos les calculan una fortuna de dos mil cuatrocientos millones de euros, que, como soy del bachillerato antiguo y de la última quinta del preu, me gusta traducir a pesetas: unos cuatrocientos mil millones, nada menos. Cada vez que oigo a Artur Mas lo de «España nos roba» tiro de calculadora y me sale justo al revés: dividiendo la morterada de Jordi entre cuarenta millones de españolitos resulta que es él quien nos ha robado unos diez kilos por cabeza. El doble de la hipoteca que estará pagando malamente usted en casa a poco que sean cuatro de familia. Es la cuenta de la vieja, hágale la prueba del nueve y verá cómo cuadra.

Mosquea, diga lo que diga Montoro, que ese orondo personajillo haya estado atragantándose impunemente durante los casi treinta años que estuvo de presidente de la Generalitat. ¿Sin que nadie lo supiera? Vamos, anda. Hombre, los sucesivos gobiernos del PSOE y del PP hicieron la vista gorda, eso está tan claro como el culo del vaso cuando tomo los vinos mañaneros, algunos, encima, sin pasar por el lavavajillas. Los partidos mayoritarios sin mayorías absolutas casi siempre lo necesitaban para gobernar y punto. Y, cuando no, por si acaso.

Volviendo al perro de San Roque y al mío coinciden ambos en que lo raro es que toda la porquería haya salido precisamente ahora. Hay que perdonarles, porque no han hecho la mili obligatoria en los servicios de información del ejército, destino que a un servidor siendo periodista le cuadraba como a pocos al revés. Es cuestión de adiestrarlos estilo Franco.

Me huele a mí, y eso que fumo, que los espías del CNI han hecho explosionar el caso ante el reto independentista de Artur Mas con ayuda de periodistas de este lado de Andorra. Y le ha salido perfecto a Arriola, el que piensa en casa de Mariano. Maquiavelo, que murió pobre por no aplicarse sus propias teorías, era un pardillo comparado con estos, se lo digo yo.

Sí me ha alegrado agosto, en cambio, un pucelano cabal sin vuelta de hoja, José María Bejarano Martín, de San Pedro de Latorce, poco más de quinientos vecinos y fundador de la orquesta pueblerina y familiar «Luz de luna», que mandó poner en su tumba la leyenda «Montoro, cabrón, ahora ven y cobras». El difunto, simpatizante del PP para más Inri, andaba cabreado con el veinte por ciento del IVA cultural. Un pobrín, tal que tantos otros que seguimos chiflando por la vida, y sus herederos cumplieron como Dios manda sus últimas voluntades. He aquí un contribuyente ejemplar que palmó pagando por adelantado como casi todo quisqui.

Me solidarizo con él, Montoro, así que ya somos dos y estás rodeado en ultratumba. Ríndete.

Y no tienes ni media hostia.