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Gente de allá | Locas carreras

Búfalos al galope

Tailandia mantiene desde hace más de un siglo una tradicional carrera de bóvidos de 700 kilos de peso que recorren en estampida 100 metros.

Jockeys tailandeses montan búfalos durante una tradicional carrera de cien metros.

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noel caballero | chonburi
León

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Media decena de búfalos con hasta 700 kilos de peso salen en estampida comandados por escuálidos jinetes que buscan la gloria de ser los más veloces en unas tradicionales carreras tailandesas de más de un siglo de antigüedad.

«Son animales tozudos y torpes, pero tienen una fuerza tremenda y son muy fieles a sus cuidadores», comenta Songphol Sandeong, un granjero del noreste tailandés que desde hace una década acude a la ciudad de Choburi, a unos 80 kilómetros al este de Bangkok, para cabalgar a los astados. Más de 300 bóvidos, engalanados para la ocasión con cintas de colores, esperan su turno para recorrer a toda velocidad los 100 metros que separan la salida de la línea de meta, en carreras que se clasifican según el peso de las bestias y que celebra este año su 143 edición.

Durante la festividad, que coincide con la cuaresma budista y el fin de la época de lluvias, los vigorosos animales son tratados a cuerpo de rey con duchas de agua fría para atenuar el tórrido clima, masajes estimulantes y abundante comida aderezada con ríos de cerveza, indican desde la organización.

Los hábiles jinetes se aferran descalzos y sin montura sobre los lomos de los búfalos en pugna por el premio, cuya máxima categoría entrega 15.000 baht (500 dólares o 350 euros) al «yoqui» más raudo. «A los animales hay que montarlos desde que son alevines para que se acostumbren», explica el granjero, que se ayuda de una fusta de bambú y esparto trenzado para azuzar a su montura. Las carreras, el evento mayor de esta fiesta que sirve para honrar a los búfalos por su sacrificado trabajo en los arrozales de la meseta tailandesa, se celebran el día previo a la luna llena de octubre y no están exentas de peligros. Muchos de los corredores salen despedidos de la espalda del animal que zigzaguean por el polvoriento circuito o se lanzan a tierra con las fieras en marcha tras cruzar la meta. «Las lesiones en las piernas son frecuentes».

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