Estimado pequeño Nicolás:

Qué obsesión con las alturas. Podías haberte limitado a inventar un amigo imaginario, como todos los niños grandes. Reconócelo, los de tu edad no se hacen pasar por agentes del CNI, los sablazos los dan en casa. Uno mismo a los 20 años no quería conocer políticos ni empresarios, sino a miss Cercedilla y a Schwarzenegger. El tuyo es un caso muy misterioso, hay quienes creen que eres el as en la manga de un tahúr invisible. Por cierto, mucho antes de que nacieras, José María Pemán ya octogenario publicó «Mis almuerzos con gente importante». Mira a ver si te da ideas, claro que comparados con los tuyos te parecerán mero picoteo con famosillos. ¿Sales de una novela de Le Carré o de una historieta de Mortadelo? «Me han liado», repetías al ser detenido. Pero tus destrezas no se aprenden por ciencia infusa, y en esas alturas tuyas también hay malas compañías. Ya lo dijo Pemán: «Para ser marqués basta con creértelo. Se disfruta igual». A ti, por ahora, se te acabó el disfrute y el marquesado. .

Baja y canta