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El ébola llega a Nueva York mientras la epidemia se recrudece en África

Un doctor de Médicos Sin Fronteras lleva el virus a la principal ciudad de EE UU .

Operarios llevan trajes de protección para usar en el apartamento del médico Craig Spencer.

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gALLEGO / rOBERT | mADRID
León

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«¡Tenemos ébola en Nueva York!», corrían los mensajes de móvil. «¿Se montaría usted en el metro hoy?», preguntaba la presentadora de CNN a un médico. La respuesta de todos los expertos fue clara: «Sí, por supuesto». El caso del doctor Craig Spencer, de 33 años, que se contagió en Guinea, no supone un riesgo para el público.

Spencer, que trabaja para Médicos Sin Fronteras, llegó a Nueva York el viernes de la semana pasada. El martes se sentía cansado. Salió a hacer footing’ por el parque elevado del High Lane. El miércoles quedó con su novia y unos amigos para jugar a los bolos en Brooklyn. Cogió el metro, hizo trasbordó, pasó la tarde con sus amistades y después regresó a casa en taxi. A la mañana siguiente tenía 39,4 de fiebre.

El médico cumplió rigurosamente con los protocolos que marcan las autoridades sanitarias, que piden a todos los que hayan estado en contacto con pacientes de ébola que se tomen la temperatura dos veces al día. Cuando descubrió que tenía fiebre, no llamó una ambulancia ni se presentó en un hospital. Telefoneó a su organización para que se activasen los protocolos de actuación.

Nueva York es uno de los cinco aeropuertos por los que entran a EE UU el 94% de los viajeros procedentes de África Occidental, así que la ciudad estaba preparada. Con lo que no contaban las autoridades es con que el miedo viaja más rápido que el virus. Y esa es la tarea a la que se enfrentó ayer el alcalde, Bill de Blasio, encargado de transmitir la calma en la ciudad.

Al amanecer, algunos viajeros del metro se cubrían la boca con máscaras a pesar de que, como recordó el gobernador Mario Cuomo, «el ébola no es como la gripe, no viaja por el aire y sólo se transmite por contacto directo con los fluidos corporales de la persona infectada».

Psicología pública

Las cuatro personas que tuvieron contacto directo con Spencer antes de que mostrase síntomas —su novia, dos amigos y la novia de uno de ellos-— están en cuarentena. La bolera y el edificio de Harlem en el que vive se han desinfectado. Dado el efecto en la psicología pública que desata tener un caso de ébola en la ciudad, las autoridades se plantean recomendar la cuarentena para todos los que vuelvan de tratar el virus en Africa.

Al mismo tiempo, había algo que celebrar: la enfermera de Dallas que quedaba con la enfermedad, Nina Pham, fue dada de alta. «Aunque esté recuperada, tengo que reflexionar sobre otros que no han sido tan afortunados», dijo la sanitaria en homenaje al liberiano Thomas Eric Duncan, el único tratado en EE UU que no ha sobrevivido. Duncan no recibió una atención inmediata como los demás, sino que fue enviado a casa con antibióticos. Cuando volvió al hospital, ya en estado muy grave, se tardó una semana en administrarle un tratamiento antivírico experimental. Nunca se le hizo una transfusión de plasma con anticuerpos de un paciente recuperado, como al resto de los estadounidenses blancos que se han tratado en EE UU.

La expansión del brote en África occidental sigue sin control. Ayer se confirmó que Malí ya cuenta con un primer caso, y se convierte en el sexto país africano afectado. La niña maliense de dos años infectada por el virus en Mali murió ayer en un hospital de Kayes, al oeste del país, informaron fuentes sanitarias del país. La niña contrajo el virus cuando regresaba de Guinea Conackry de un viaje acompañada de una familiar.

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