Diario de León

ENTREGA DE LOS PRÍNCIPE DE ASTURIAS

Felipe VI hace un elogio de la ética

El jefe del Estado presidió la ceremonia de entrega de unos premios que por última vez están escritos en género masculino. En la próxima edición el acto de Oviedo se llamará Princesa de Asturias

Los reyes, Felipe y Letizia a su llegada a la ceremonia de entrega de los Premios Príncipe de Asturias 2014; junto a la reina, su madre entre el público

Los reyes, Felipe y Letizia a su llegada a la ceremonia de entrega de los Premios Príncipe de Asturias 2014; junto a la reina, su madre entre el público

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ANTONIO PANIAGUA | OVIEDO
León

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Era la primera vez que Felipe VI presidía la ceremonia de entrega de unos premios en su papel de rey, tras la abdicación de su padre Juan Carlos. Son unos galardones que se fundaron hace 34 años, cuando él era un crío. Quien tiene ahora el título de princesa es una niña de nueve años, Leonor, y no un varón, y en la prómima edición ya se llamarán Princesa de Asturias. Había interés por escuchar al nuevo Rey en un acto en que su discurso se lee con lupa de aumento. Pues bien, en esta primera intervención el monarca subrayó la necesidad de una regeneración moral, de unos principios y referentes válidos para todos.

En el teatro Campoamor de Oviedo, ante un auditorio que contó con la asistencia de la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, y del titular de Educación y Cultura, José Ignacio Wert, entre otras autoridades, Felipe VI pronunció palabras imbuidas del papel de árbitro y moderador.

Ante la España de los escándalos de corrupción, desde las tarjetas opacas hasta el protagonizado por los hijos de Jordi Pujol, pasando por los casos Gürtel y Nóos, Felipe VI reivindicó el espíritu fundacional de la Transición e hizo insistentes apelaciones a un rearme de valores éticos y civiles. Para el monarca, es preciso un fortalecimiento de la «conciencia social». «Es con ese necesario impulso moral colectivo con el que se puede y se debe hacer de España una nación ilusionada, llena de vida y de pensamiento; llena de ideas que merezcan la confianza de los ciudadanos; de proyectos que atraigan la mente y la voluntad de todos y conquisten sus corazones», dijo el monarca.

En estos 34 años, ha habido luces y sombras y «pocas horas de sosiego». Y ahora, en tiempos convulsos y proclives a la depresión, no hay que incurrir en la «tentación de ir hacia lo fácil, de ceder a la banalidad, la impaciencia o el desánimo». «No hemos hecho concesiones —prosiguió— a la rutina o a la complacencia». Palabras que hicieron que el público se levantará de sus asientos para dar una ovación. Alguien entonó entonces un enérgico ‘Viva el Rey’. El sucesor del rey Juan Carlos hizo votos por una España alejada de la «división y la discordia».

Concordia y libertad

Recién estrenada la década de los 80, había «ilusión y esperanza», deseos de concordia y de libertad. La Constitución estaba recién aprobada y los «fundadores querían unirse a esos sentimientos», a esos anhelos colectivos. Tras evocar los méritos de los premiados, el jefe del Estado hizo su demanda de renovación para encarar unos «tiempos cruciales».

Cuando la opinión pública recela de las instituciones y los políticos, Felipe VI destacó el principio de igualdad ante la ley. «Todos, ciudadanos e instituciones, estamos sometidos, por igual, al mandato de la ley».

Durante su alocución hubo referencias implícitas a la unidad de España, aunque sin citar nunca a Cataluña. «Los españoles ya no somos rivales de los unos otros». «Somos protagonistas de un mismo camino. Y estoy convencido de que la comprensión, la consideración, el afecto y el respeto mutuos son sentimientos arraigados en el corazón de los españoles y compartidos de norte a sur y de este a oeste de nuestro territorio. Y todos esos sentimientos, ni los debemos olvidar nunca, ni mucho menos perder. Al contrario, los tenemos que preservar y alimentar».

En cuanto a la ceremonia en sí, el Premio de Ciencias de Sociales, Joseph Pérez, hizo una disertación sobre el orden y el sosiego, un discurso cuyo eje giró en torno a uno de sus personajes preferidos, fray Luis de León.

Muy emotiva fue la alocución de la periodista congoleña Caddy Adzub, quien propuso la creación de un Tribunal Penal Internacional (TPI) para la República Democrática del Congo, con el fin de que los crímenes contra las mujeres de su país «no queden impunes».

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