SALVAR LOS OCÉANOS
La vida está en el mar
Unos océanos mejor gestionados alimentarían a mil millones de personas al día y permitirían combatir el hambre y ser una garantía para los pescadores
Los océanos alimentan a diario a quinientos millones de habitantes del planeta y «con una gestión más sostenible podrían dar de cenar al doble de personas»; para lograrlo en un mundo en plena explosión demográfica la organización Oceana acaba de lanzar la campaña «Salva los océanos, alimenta el mundo». La iniciativa, que se lanzará a nivel internacional el 17 de marzo en San Sebastián, representa el «espíritu» del trabajo de esta organización, porque quieren que un océano bien gestionado «se convierta en una oportunidad para combatir el hambre y una garantía económica para los pescadores», explica el sueco Lasse Gustavsson, nuevo director de Oceana en Europa.
Gustavsson está instalándose en Madrid, donde Oceana Europa tiene su sede europea, al tratarse del principal país pesquero de la región, y asegura que si algo ha aprendido durante más de dos décadas dedicado a la protección de la naturaleza —con anterioridad en WWF—es que «un proyecto de conservación jamás triunfará a largo plazo si no se diseña de cara al desarrollo económico y social». Si ha de reconocer algún error a las organizaciones ecologistas en las últimas décadas considera que puede haber sido el «desarrollar iniciativas de conservación sin tener en cuenta las necesidades de la gente». A su juicio, «ninguna campaña de protección de los océanos ni similar triunfará» si se hace «sin tener en cuenta los puestos de trabajo ni la necesidad de crecimiento de los países», insiste Gustavsson, quien recuerda que aunque esta idea fue la base para definir el concepto «desarrollo sostenible» en la Cumbre de la Tierra de 1992, no siempre se ha trasladado a la práctica.
Sostenibilidad
«En Oceana, por ejemplo, no nos oponemos a que la gente pesque o coma pescado, queremos que ambas cosas se hagan de manera más sostenible. Pensamos que la recuperación y la protección del hábitat y la gestión de pesquerías es la vía para salvar los océanos y alimentar el mundo», señala. De la Fundación cuyo «timón» acaba de tomar en Europa destaca que se distingue de otras dedicadas a la conservación de los océanos en que también «realiza investigación científica», y «crea nuevo conocimiento» sobre nuestros mares, de los que se sabe —dice— «mucho menos que del espacio».
Tiene claro que otro de sus campos de batalla a nivel europeo será tratar de que se ponga freno a la pesca ilegal, que supone «una competencia injusta para los pescadores que hacen bien su trabajo y para los ciudadanos, porque se explota un bien de todos sin pagar impuestos».
Considera que el Gobierno español «demuestra tomarse la pesca ilegal muy en serio» en tanto que «juzgará a cualquier ciudadano español que la practique independientemente del lugar del mundo donde la lleve a cabo». «Esperamos que el Ejecutivo español se mantenga tan serio en la práctica como lo ha sido sobre el papel», añade. Aunque insiste en que Oceana no da guías sobre qué pescado comer o no, confiesa que en España no tomará «angulas del norte» porque es una pesquería que está al 1% de lo que solía estar, por la pesca de alevines, y tampoco atún, «ya que aunque está mejor, aún no se ha recuperado del todo».