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El yoga y León

El Centro Iyengar, pionero en la introducción de esta práctica, celebra 20 años de vida este fin de semana con una jornada de puertas abiertas

La directora y fundadora del centro, Silvia Chica, exhibe su buena forma física

La directora y fundadora del centro, Silvia Chica, exhibe su buena forma física

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PACHO RODRÍGUEZ | LEÓN
León

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Apuéstelo todo al yoga, que le puede tocar la felicidad. O al menos, la consecuencia con su yo. O encontrarse con uno mismo y no darse un susto. El yoga se ha colado en nuestras vidas, y en León, con mucha fuerza. Tanta que, por ejemplo, el Centro de Yoga de León Escuela Iyengar (Burgo Nuevo, 2), que dirige la leonesa Silvia D. Chica, cumple 20 saludables años y lo celebra. A todo esto, podría decirse que Chica, fotógrafa, poeta, toda una experta en el rock leonés, regala bienestar y algo de eso reparte para este reportaje.

Por un lado, este fin de semana, todo un curso de yoga impartido por el profesor de yoga Iyengar y maestro budista Xavi Alongina. Y este mismo viernes, en el salón de actos de la Hospedería Pax, en la plaza del Grano, a las 19.00 horas, abierto a todo el público, la presentación del libro de Alongina, 108 Miradas,  del lado de fuera y del lado de dentro, más una sesión también abierta, bajo el epígrafe de Aspectos básicos para una práctica de meditación.

El éxito de que, por ejemplo, para el curso completo ya estén las 40 plazas agotadas, reside en el trabajo de Silvia Chica, y en su entusiasmo basado en creer siempre que la vida se puede mejorar. Pero respecto al yoga, tan de moda, también dice que «sí, creo que hay un poco de todo, algo de fashion, de moda. Pero quizás es porque Occidente necesita una mirada hacia el interior». La profesora leonesa, eso sí, huye de misterios: «Me parece estupendo que sea más popular, que la gente se acerque al yoga, para calmar la mente, para cuidar el cuerpo, para conectar con el centro. Sin componentes sectarios o de oscurantismo», advierte.

Exigentes

Y el que se celebren 20 años de vida del centro también es motivo hasta de reflexión en tiempos tan volátiles. Para Chica hay algo evidente: «Nuestra escuela Iyengar tiene muy buena fama porque es muy exigente en la formación de profesores, muy completa en cuanto a estudio de anatomía, pedagogía, estudios posturales, filosofía».

Lo que también brilla en esta historia es la propia Silvia D. Chica, todo un personaje de la vida cultural leonesa, a lo que habría que añadir su procedencia de un célebre lugar que de otra manera repartía placer, como era el histórico restaurante Tizón, y en donde ella vivió su infancia y juventud junto a sus padres, propietarios del establecimiento.

Y luego llegó el yoga como un todo: «No sé lo que hubiera sido de mi si hubiera elegido otro camino. Lo que sí sé es que para mí supuso un gran cambio, a nivel físico desde luego, y no me cabe duda que a nivel personal también en muchos aspectos. El yoga es un camino de transformación. Pero es largo, y es estrecho. A nivel espiritual. Dice BKS Iyengar que «la luz espiritual resplandece sólo al cabo de largos años de práctica». Yo sólo llevo 15», señala.

Asi, León y el yoga, el yoga y León son partes importantes de las máximas de esta mujer que también tiende a ser una caja de sorpresas. Si participa en el próximo libro del también leonés Vicente Muñoz, Regresiones, presentará en solitario La tierra pura, un artefacto poético producto de su personalísima mirada. Algo que corrobora en plural: «León es un desierto muy fértil, creo que decía algo así un amigo, David Loss, hace poco».

¡Ah! Quedaría una pregunta: ¿Los profesores de yoga se enfadan como el resto de las personas? «Hace poco me decía Marta Mahou en un correo después de una enfermedad: los profesores de yoga, aunque a veces no lo parezca, también somos seres humanos», comenta con humor. Aunque ella no para y anuncia para abril la presencia de un maestro que nunca ha enseñado en España: el francés Christian Pisano.

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