Uno de cada cuatro europeos es adicto a la nicotina del tabaco

El consumo de tabaco en la Unión Europea se mantiene casi intacto desde hace tres años. En 2012, el Eurobarómetro comunitario fijaba en el 28% el número de personas. Unos 142 millones de ciudadanos estaban enganchados a los cigarrillos. Tres años más tardes, la cifra se ha descendido en casi nueve millones (131,2 millones), es decir, dos puntos procentuales.

Un descenso mínimo, pero que tiene algunos puntos positivos. Por ejemplo, que la bajada en el grupo más joven (entre 15 y 24 años) tiene un descenso más intenso de cuatro puntos, pasando del 29% al 25%. No obstante, se sigue empezando a fumar a los 17,6 años de media. «Las cifras indican que la lucha contra el tabaquismo no está ganada, especialmente entre los jóvenes. Es inaceptable que se siga atrayendo a los europeos a fumar cuando son adolescentes. Un objetivo central de la directiva sobre los productos del tabaco es conseguir que estos productos peligrosos no resulten indebidamente atractivos para los jóvenes.

Desagradable

Esta es la razón por la que prohíbe el uso de aromas para ocultar el desagradable sabor del tabaco, así como los paquetes de cigarrillos finos (slim) y los paquetes con menos de 20 cigarrillos, e impone que las advertencias sanitarias en forma de imagen y texto cubran el 65% del envase», explica Vytenis Andriukaitis, comisario europeo de Salud y Seguridad Alimentaria. En los Veintiocho, mueren al año unas 700.000 personas por culpa de la nicotina.

El informe comunitario, elaborado con motivo del Día Mundial Sin Tábaco que se celebra mañana domingo, destaca por el diferente impacto que tienen las polícitcas contra el humo en los estados miembros. Las tasas más bajas se registranen Suecia (11%) y Finlandia (19%), y las más altas en Grecia (38%) y Bulgaria (35%). En cuanto a dejar de fumar, lo ha intentado la mayoría de fumadores (59%), un 19% de ellos en los últimos 12 meses. Ahora el 12 % de los europeos ha intentado usar el cigarrillo electrónico, frente a un 7% en 2012. Siete de cada diez afirma que intentó utilizarlo para reducir o abandonar el hábito.