Diario de León
Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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S e dice que las apariencias engañan, pero hay que preguntarse por qué iban a ser ellas una excepción. Todo el mundo engaña cuando se dedica a arbitrar la convivencia ya se sabe que eso no es posible sin un reglamento mundial como el que soñó Kant, que se hubiera llevado fatal con Mariano Rajoy, con Pedro Sánchez y con Iglesias, pero no peor de lo que se llevan cada uno con los otros dos. En su último encuentro, que como ha sido teléfónico lo ha dejado todo pendiente de un hilo, hablaron del «derecho a decidir». Los líderes del Partido Socialista Obrero Español y de Podemos no están de acuerdo en que haya un referéndum sobre la independencia de Cataluña, que es la opción que ardorosamente defiende Iglesias y con no menos entusiasmo reprueba Sánchez. Si lograran entenderse sería porque habría surgido algún equívoco. Los partidos políticos le echan tanta cara que sus respectivos Judas no tienen el menor problema para besarse en el caso de que les convenga.

Se hacen cálculos aproximados sobre lo que puede costarnos la llamada «desconsexión catalana». Pagando a escote no hay nada caro, se asegura en las barras de las tabernas, pero eso sólo es cierto cuando no se desbarra. Si uno de los comensales es el señor Artur Mas, de la escuela de Jordi Pujol y señora, la cuota puede salir por un pico y una pala para socavar la Constitución. La hemos declarado inservible cuando todavía puede servirnos con algunas reparaciones. Incluso la buena gente que no se hacía demasiadas ilusiones está ahora desilusionada. ¿Será cierto que no hay más salvación que la individual? Es la más triste, porque «un corazón solitario no es un corazón», pero por si acaso y por si es la única, hay que aprovecharla. Después del huracán de ayer ha venido la calma y no hay que pensar que después de la calma, como siempre, vendrá otro huracán. De manera que saldré a la calle para comprar el último libro de Pío Baroja, traspapelado en Itzea, que acaba de salir también. Los amigos nunca me han fallado.

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