ESCAPARATE GASTRONÓMICO
León se come Madrid
Productos marca de la provincia, junto a los vinos, triunfan desde ayer en el primer ‘street food market’ en el Mercado de San Ildefonso de Madrid
Lo que fue el Mercado de San Ildefonso de Madrid (calleFuencarral, 57) ahora es un street food market, pero detrás del esnobismo de nombre que pudiera parecer se mantienen las esencias de la buena vida. Y a ello contribuyen, y cómo, los vinos y productos leoneses, que se han hecho un hueco en este lugar que puede presumir de ser el primero que apostó en Madrid por este concepto, en la línea de otras capitales del mundo.
Pero lo bueno es ver cómo lo de León ya se cuela sin estridencias ni pasiones locales exageradas, sino a base de calidad. Cecina de León, en diferentes propuestas, setas y otros productos de la tierra en temporada, vinos del Bierzo y de la Tierra de León, están presentes en este circuito del placer de 700 metros cuadrados y tres plantas que abarca del primer pincho a la última copa.
Lo dirige Juan Carlos Sabido, que es el primero que propone vida: «Es un lugar abierto para que cada sitio tenga su oferta. La idea es que no haya una carta cerrada, sino que cada uno ofrezca lo mejor en cada momento». Y pasa, en ese momento, que en uno de los puestos se prepara una cecina que formará parte de un tartar. O, en otro, que un turista pida en Taninos un vermú de Guerra de Cacabelos.
Dice Juan Zabala, al frente de ese puesto, que «los vinos del Bierzo gustan, y cuando alguien pide casi no hay que ofrecerlos, porque con la mencía, para mí, después de tempranillo, es de lo mejor que se está haciendo en España». Junto a ese Guerra, también brilla un blanco de albarín, de Pardevalles, «que encanta, para mí un descubrimiento», confiesa Zabala, un conocedor de León desde lo sentimental en las montañas de Prioro.
Y demuestra el sentido de este mercado, además de sus zonas confortables, sus dos terrazas, y otros cómodos recovecos, la retroalimentación de los puestos de que se compone el Mercado de San Ildefonso. Al lado de Taninos, que es un homenaje al vino, los productos de Guijuelo de Arturo Sánchez ponen el resto.
Pero no se trata de acaparar, sino de provocar la expansión del placer, como si un puesto llevara a otro, con la lógica de una calle en la que hay sitios irresistibles. A la salida, está Fuencarral, con sus tiendas de ropa y de zapatillas, y este San Ildefonso de futuro que sirve para recordar también que el centro de Madrid, en otros tiempos, fue casi otra ciudad.