Diario de León

La Cumbre del Clima pacta un borrador que deja en el aire las partes conflictivas

La aprobación definitiva del texto común queda ahora en manos de los ministros.

Miembros de la policía se enfrentan a activistas.

Miembros de la policía se enfrentan a activistas.

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Colpisa / AFP | París

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Los negociadores del acuerdo de lucha contra el cambio climático forcejearon hasta el último minuto ayer para cerrar finalmente un borrador que deja en el aire los grandes temas de discusión, desde la financiación hasta los esfuerzos de cada país en función de su responsabilidad. El texto contiene, incluyendo las aportaciones de último minuto, 47 páginas, escasamente seis menos que el lunes pasado, cuando 150 líderes inauguraron una conferencia del clima (COP21) que quiere ser histórica.

El objetivo del acuerdo es contener el aumento de la temperatura mundial a un máximo de dos grados centígrados, pero detrás de ese simple guarismo hay un gigantesco entramado de intereses económicos y de compromisos jurídicos, puesto que cada palabra podrá ser interpretada durante décadas como un derecho adquirido o una obligación. El texto que recibieronayer sábado los ministros de las 195 naciones debe decidir si los países desarrollados son los únicos responsables de la actual situación de urgencia climática, o si eso cambió con la aparición de nuevas potencias como China o Brasil, dos de los diez mayores emisores de gases con efecto invernadero. Eso implica decidir quién paga y cómo.

Si se aprueba, el acuerdo de París entrará en vigor a partir de 2020, y los países menos desarrollados tendrán acceso a un fondo anual de 100.000 millones de dólares (92.000 millones de euros).

Dentro del texto, la clave está en los corchetes, unos 750 en la actualidad, según cálculos de ONG, la mitad respecto al lunes pasado. Por ejemplo, «[países capaces de]» o «[dispuestos a]» contribuir al fondo, es decir, no solamente los más ricos.

Para el principal grupo negociador en la COP21, el que agrupa a 134 países en vías de desarrollo (conocido como G-77), esas dos expresiones, introducidas por los países desarrollados, deben desaparecer del texto. En la historia de la lucha contra el cambio climático, que empezó con la Convención de Río de 1992, quedó muy claro quiénes eran responsables del fenómeno: «[los países desarrollados]» explica el corchete defendido por los países en desarrollo.

«Las consecuencias son serias; tenemos que continuar creciendo, pero si queremos hacerlo tenemos que recortar nuestra industrialización», algo que no hicieron durante más 150 años los países ricos, criticó la delegación de Malasia.

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