Gente de aquí y de allá | Cetro mundial para Barcelona
Éxito de la belleza interior
Mireia Lalaguna, coronada en China como primera Miss Mundo española, cree que el éxito le viene por su personalidad y no por su físico.
Alta, rubia, de sonrisa permanente y elegancia innata, la barcelonesa Mireia Lalaguna ha hecho historia al convertirse en la primera española que se corona Miss Mundo, aunque ella lo tiene claro: ha ganado por su personalidad, no por su físico.
«Estoy muy contenta, pero la gente que me ha valorado ha sabido encontrar quién es Mireia realmente, estaban buscando una belleza interior, no sólo exterior», destacó la joven catalana.
Adornada con la corona azul de brillantes y con un vestido del mismo color, que parecía escogido a juego por si acaso, Lalaguna admite, en todo caso, aún cierta incredulidad: «No me esperaba llegar al top cinco», asegura la joven de 22 años, estudiante de Farmacia que el año pasado ya fue Miss Atlántico.
La nueva Miss Mundo no duda a la hora de dedicar su premio a sus abuelos, «que no han podido venir a China porque esta muy lejos», aunque se acordó también de todos sus amigos, ya que a muchos va a tener que dejar de verlos en estos 12 meses de reinado, que pasará viajando por el mundo y colaborando en actos benéficos.
«Espero tener un año brillante», aseguró la catalana, quien señaló que el trabajo de una Miss Mundo, el más comprometido de los concursos de belleza, «no es una tarea fácil, pero creo que lo voy a disfrutar muchísimo, porque me encanta viajar».
La nueva Miss Mundo ya había viajado a China hace cuatro años, con su familia, y quién le iba a decir a ella que el país asiático iba a darle esta alegría. La joven, que dice sentirse «muy catalana y muy española», tiene muy en mente que nunca antes una paisana había logrado este premio (Amparo Muñoz ganó en 1974 el otro gran concurso de belleza planetario, Miss Universo).
«Creo que es todo un orgullo para mi país», afirma, y recuerda que España estuvo cerca de conseguirlo ya en Miss Mundo 2013, cuando la entonces representante española, Elena Ibarbia, fue cuarta.