Inteligencia artificial pero muy discreta
Los nuevos programas que utilizan el conocimiento profundo pasan desapercibidos para sus usuarios
El foro mundial de economía que se ha celebrado en Davos esta semana ha dedicado una parte importante a hablar de inteligencia artificial y a qué papel va a jugar en nuestras vidas. Los investigadores han coincidido en que no es algo remoto que llegará algún día en forma de robots que parecerán humanos, sino que ha pasado a camuflarse en sistemas que pasan desapercibidos, como ya ocurre ahora. ¿Por qué responde el móvil a nuestras preguntas? ¿Cómo sabe una web qué anuncio nos ha de mostrar? ¿Por qué sabe un aspirador por dónde ha de pasar? ¿Por qué se agrupa la información de forma automática?
Los investigadores hablan ya de una segunda oleada en inteligencia artificial en las que las máquinas ya piensan por sí solas ('deep learning'), pero afirman que estamos ante un camino aún muy largo para que sean completamente autónomas. “Los humanos tienen aún mucha ventaja en creatividad, motivación personal y habilidades interpersonales”, ha explicado Erik Brynjolfsson, director de la iniciativa de economía digital del MIT en Davos.
El empresario Elon Musk, que trabaja en coches eléctricos que puedan ir sin conductor, lanzó una iniciativa hace un año reclamando que el desarrollo de la robótica y la inteligencia artificial ayude al bienestar de la humanidad ante la eclosión de los drones militares o de máquinas que reemplazan a humanos en la industria. La carta pública, firmada por unos 700 científicos, entre ellos algunos premios Nobel, ha dado paso a una empresa, supuestamente no lucrativa que destinará unos 800 millones de euros en inversiones para desarrollar “inteligencia artificial positiva”.
“La eclosión de la inteligencia artificial no es tan inmediata, ni tan precisa. Todo está en un estado muy incipiente aunque se ha demostrado que funciona”, afirma Jaume Gibert, investigador del Eurecat, el centro que agrupa a los parques tecnológicos catalanes. El riesgo de que se cree una superinteligencia, que tanto inspira a los científicos que como Stephen Hawking alertan contra ella, todavía está lejano, afirman los investigadores que trabajan con ella a ras de suelo.