¿Ahora se quieren?

Miras lo que pasa en España y ves gruñir a la historia.

Crecía un mes atrás la distancia entre socialistas, podemistas, izquierdas reunidas geyper y nacionaleros rojos recordando que la izquierda española no puede llevarse, a veces ni verse... ¿juntos?... ni para atropar duros, como sería el caso hoy... pero...

En la II República el odio entre socialistas y comunistas fue proverbial... y asomando anarquistas, cerval.

Hoy, en los prólogos de la III República, vuelven escenarios y manías. Por cierto, tendrá gracia nuestro nuevo estado, pues habrá que llamarlo «república de repúblicas» lo mismo que hoy decimos «nación de naciones» por no atrevernos a llamarlo claramente «reino de reinos», que es lo único que somos y a lo que nos condena la historia, a la exaltación de la taifa, al particularismo de cada cual.

¿Y por qué la izquierda es tan bronca entre si?... Sócrates dice que, al no tener la izquierda bienes, sino sólo teorías, andan siempre disputando con fiereza quién es el más listo y leído entre ellos (y no hay mayor distancia que la tendida entre dos pedantes), mientras que la derecha tiene tantos bienes, que no necesita teorías ni batallas dialécticas, pues en su caso lo pertinente es hacerse el tonto y no joder el negocio o la marrana... y que no hay más.

Entonces, ¿pobres listos, ricos tontos?... ojo, los dos se lo hacen... políticas y negocios son básicamente escenificación, teatro... y esconder la jugada.

Y aquí estamos, como encontrándose la fuerza de progreso que dice Sánchez y la revolución pendiente que solapa Iglesias, escondiéndose las jugadas, pues saben los socialistas que no pillarán otra como esta ni por el rabo... y los podemistas que sacarán más votos si hay elecciones, pero las temen, pues el PP recuperaría voto descarriado y voto-pánico creciendo algo y volviendo a gallear de nuevo con sus propios pactos... mucho voto-castigo que está hartito de esperas, incógnitas o terror bursátil, razona así: «pues ya que roban todos, voto a que sigan robando los míos... y que me quede como estoy, virgencita... ¡que vuelva Rita!».

Sócrates insiste: ¿pacto sin odios entre Psoe-Podemos?... a que no.