A profanar

Pedro el Cruel, rey de Castilla y León, apremiado por los gastos de sus permanentes batallas, no dudó en abrir los sepulcros de sus padres para llevarse las coronas, cetros y todas las alhajas con que fueron sepultados. Los muertos jamás protestan.

Cuando llegaron a León las tropas francesas de Napoleón y se alojaron en San Isidoro, la soldadesca profanó los sepulcros del Panteón Real convirtiéndolos en pesebres para sus caballos. Buscaban también joyas, pero comprendieron que también otros tuvieron antes que ellos la misma idea o apuro… ¿quién las había limpiado?... ¿y si fue alguien de casa que aprovechó que los franceses pasaban por el Pisuerga?...

Por robo o por ignominia las tumbas han sido saqueadas o profanadas a lo largo de la historia… menos la del pobre, sabe el saqueador que de ella sólo pueden salir harapos y una maldición mal enterrada.

Y ahora se va a profanar la que será seguramente más fastuosa tumba con la que sueña un arqueólogo en el Valle de los Reyes. Suponen que es la de Nefertiti, contigua a la de Tutankamón que tanto pasmo y leyenda engendró al morir repentinamente lord Carnarvon poco después de su descubrimiento. Saben que está detrás una oculta cámara mortuoria tras trabajar esa montaña horadada con un radar chivato que señala incluso la cantidad de tesoros y objetos que ha de encerrar esa cripta. En unos meses se sabrá. Y le echarán al asunto toda la justificación arqueológica que quieran, pero eso será una profanación del sueño eterno de unos reyes que, además, se obsesionaban en construir sus sepulcros con todas las garantías de inviolabilidad metiendo en él a todos sus dioses buenos y malos para que castigaran a quien profanara su descanso. Es el caso. Cuidado.

¿Son legítimas estas profanaciones en nombre de la ciencia o de la historia?.., ¿no tienen los muertos sus derechos?... ¿habrá maldición en este caso?... y si les dejaran (o sin dejarles), ¿qué harían con toda ese alarde idólatra los hermanitos musulmanes?...