Diario de León
Publicado por
pEDRO TRAPIELLO
León

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Dicen que las diputaciones amenazan ruina y procede un derribo cautelar y ordenado antes de que se desplomen sus arcaicos andamiajes y puedan hacer más daño. Abajo con las diputaciones, proponen socialistas y ciudadanos. Arriba con el tirulirulí, replican los instalados en lo provincial y en el «no te quites el mandil»; las diputaciones no pueden desaparecer porque dejarían desamparados a los pueblos, alegan… ¿más desamparados de de lo que les han dejado?... difícil.

La primera razón para que desaparezcan es la aberración democrática en la que se asientan, pues sus diputados no son elegidos por el pueblo, sino por el partido de acuerdo a estrategias muy particulares y no siempre confesables. La segunda es que los diputados provinciales no van a ellas a defender un todo provincial, sino su negocio local, lo suyo, un teleférico, su marca electoral… y a veces, ni eso, arriman obra sólo a su municipio o a los de la cuerda y así repiten poltrona.

Después viene todo un rosario de razones no menos graves: competencias redundantes o impropias que al final se externalizan (para ese viaje no se necesitaba esta alforja), clientelismo político (si me votas en el comité local del partido, te apruebo un plan de farolas y el frontón)… y «oficina de colocación» con sus aumentos de funcionarios, colegas de partido empotrados por la vía cachonda de cuarenta en cuarenta… o como el pueblo de Lalín jaleando en la plaza a aquel Cuiña que lo mangoneó todo en Galicia: ¡Pepe, colócanos a todos!… lo dejó bien claro Triana en el juicio por el asesinato de Isabel Carrasco, «¡esa plaza había sido creada para mí!», confirmando así el criterio patrimonial (cosa mía, cosa nostra) que tenía de la diputación leonesa su entonces amiga y presidenta… o como el apellido de un viejo funcionario que se repite en esta diputación hasta cinco veces en la nómina… y todo, para acabar como aquel montañés que veía por primera vez el impresionante edificio del Palacio de los Gañanes preguntándole a un guri municipal «oiga, ¿y aquí cuánta gente trabajará?», a lo que le contestó «pues como mucho-mucho, un tercio».

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