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MAR ARIAS SARMIENTO PSICOANALISTA

«Confiar nuestra felicidad a un objeto abre la puerta a la depresión»

La psicoanalista Mar Arias Sarmiento estará esta tarde en el Hotel París de la capital. dl

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León

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Lugar: Hotel París.

Hora: 20.15.

Entrada: gratuita.

PABLO RIOJA | LEÓN

Palabras que curan . Así ha titulado su ponencia la psicoanalista leonesa Mar Arias Sarmiento, que hoy protagoniza las Tertulias sobre Actualidad, Pensamiento y Psicoanálisis. Un ciclo organizado por las psicoanalistas Blanca Doménech y María Dolores Navarro que cuenta con la colaboración del Colegio de Psicólogos y la Universidad de León.

—Parte de su conferencia se centrará en desmontar el mito de que todos los seres humanos somos iguales.

—Nacemos sin una capacidad natural para sociabilizarnos, se necesita un largo recorrido para llegar a ello y entrar en la cultura exige un precio. Además nacer desprotegidos hace depender a la cría del hombre de los demás para poder sobrevivir y serán ellos los que interpreten y den un significado a las necesidades de acuerdo con su subjetividad. El encuentro con el lenguaje tiene el efecto de desorganizar lo natural, es por esto que se hace imposible anticipar cómo cada uno de nosotros vamos a vivir la vida. Carecemos de un plan preestablecido lo que provoca una singularidad única al punto que un mismo acontecimiento afecta y es interpretado de manera diferente por cada uno de nosotros.

—¿Cree que los avances técnicos que experimenta la sociedad actual son siempre beneficiosos?

— Si bien los avances técnicos en los diferentes campos contribuyen de forma innegable al estado de bienestar, han ido modificando progresivamente nuestra vida. Pero con ese progreso ha ido calando la idea de que todo va a ser posible y todas las facetas del ser humano se podrán localizar, incluso la responsabilidad de nuestros actos, nuestras emociones o nuestra razón crítica se hallarán explicadas por lo orgánico. De esta forma se va excluyendo lo más singular de cada uno, nuestros relieves y peculiaridades subjetivas e implantando un pensamiento único para todos. El empuje a borrar las diferencias, las particularidades de cada uno, los gustos o preferencias con el afán de que todos seamos iguales favorece un adormecimiento general con la renuncia a ser autores de nuestra vida.

—¿Hemos confundido el concepto de felicidad con el de consumismo?

—Nos movemos en un mundo con una producción ilimitada de objetos al alcance de la mano pensando que van a administrar la felicidad. Hemos sido pillados por esta maquinaria de mercado que ha captado la dificultad actual de los sujetos para soportar el vacío. El mercado aprovechándose de la dificultad de los sujetos para regularse produce una novedad constante de gadgets con pronta fecha de caducidad que acaban engullendo al propio sujeto. Si confiamos nuestra felicidad a un objeto sustituimos el ser por el tener y de este modo la depresión está servida y la insatisfacción constante también.

—Dice que otro de los males que asolan a esta sociedad es la pérdida de autoridad...

—Existe una degradación progresiva de todas aquellas figuras que en el interior de una cultura encarnaban la función de autoridad, en el sentido de autor, el que ayuda y acompaña. Se ha ido desdibujado la función de los padres, la función de los profesores, la función del límite etc. Esto tiene consecuencias en la psicopatología contemporánea, sujetos con mucha dificultad para delimitarse, conductas impulsivas incompresibles para el sujeto mismo y síntomas compulsivos. Posiciones cada vez más narcisistas con el correlato de tensión y agresividad que conllevan. El resultado es la multiplicación de los límites, las normas, con la particularidad de que ya no se sabe cuál está funcionando bien y, por tanto, se cambian o se amplían constantemente cuando sabemos que si hay una ley simbólica que funciona bien se hacen innecesarias tantas normas.

—¿Qué ocurre cuando la palabra se devalúa?

—Aparecen la inhibición, la compulsión o la angustia, la ansiedad, muchos ya lo llaman la epidemia silenciosa. Actualmente existe una proliferación masiva de libros de autoayuda que se consumen ávidamente, alivian un poquito y rápidamente se va a buscar otro. Están basados en consejos generales pensando que todos los individuos son iguales con respuestas similares en los diferentes ámbitos de la vida. Cada uno de nosotros somos sujetos de una historia particular. Nuestras crisis son únicas e irrepetibles, para nada parecidas a las de los demás. Las señales que nos lanza nuestra angustia, nuestros síntomas indican el camino singular a seguir. Por eso le pedimos al paciente que hable, para hallar la causa y la lógica de su malestar.

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