León pone una pica en el territorio de la Garnacha
Bodega Marañones, propiedad del leonés Fernando Cornejo, presenta sus vinos Elabora dentro de la DO Vinos de Madrid.
DL | LEÓN
Comprometido con el patrimonio cultural de su tierra de nacimiento —es oriundo de Benavides de Órbigo— y de adopción —Madrid— y amante no sólo de los buenos vinos, sino también de la viña y del proceso enológico, el conocido abogado leonés Fernando Cornejo tenía el empeño de presentar su proyecto y sus productos aquí. Lo hizo anoche, en una cata profesional en la sala de Ámbito Cultural de El Corte Inglés, donde estuvo acompañado por el enólogo de la bodega, Fernando García, y el director técnico de la Denominación de Origen Vinos de Madrid, Mario Barreda.
Hay quien todavía se sorprende cuando se mencionan los vinos de Madrid y, aún peor, hay quienes, sin conocerlos, ponen en duda su calidad. Pero lo cierto es que esa zona del oeste de la provincia se está revelando como uno de los territorios vitivinícolas de mayor interés para los enólogos y para los aficionados ávidos de novedades, conocimiento, singularidad, diferenciación y, por supuesto, calidad.
En torno a San Martín de Valdeiglesias, a 70 kilómetros de la capital, se extiende una subzona de producción de gran interés por su ubicación —estribaciones de la cara sur de la Sierra de Gredos, entre Ávila y Toledo—, orografía —paisajes de montaña con colinas y laderas—, altitud —entre 650 y 850 metros— y composición del suelo: roca granítica en desintegración, de textura arenosa o limosa, con elevados niveles de sílice y de gran escasez de materia orgánica. Suelos, en fin, que proporcionan un alto nivel de acidez natural a la uva y lógicamente una notable mineralidad en la expresión del vino.
En las 22 hectáreas de viñedos en vaso y en secano que son propiedad de la bodega —cepas de 50 años en los parajes de Marañones, Andrinoso, Peña Cruzada y Dehesa— hay sobre todo uvas de las variedades Albillo Real, que es la base de los blancos, y Garnacha, para los tintos. Los blancos se someten a un periodo de maceración prefermentativa en frío, desfangado (24 horas máximo) y frementación y crianza (8 a 12 meses) sobre lías en barricas de roble francés de 500 a 700 litros. Los tintos maceran y fermentan con racimo entero en grandes tinas troncocónicas de madera en las que se realizan batonagges periódicos. La crianza la hacen también en roble francés de gran volumen.
La bodega, ubicada en Pelayos de la Presa, vinifica cada parcela por separado y elabora vinos de muy limitada produccción, con un máximo de unas 50.000 botellas al año. Tanto en la viña como en la bodega los trabajos son estrictamente artesanales, hasta el punto de que el laboreo en algunas parcelas, donde la vid convive con almendros, olivos e higueras, se realiza con mulas.