ENTREVISTA
Isao Takahata: "¿El futuro? Tengo muchas ideas, pero soy un anciano"
El cofundador del estudio Ghibli estrena la que tal vez sea su última película, 'El cuento de la princesa Kaguya'
Es uno de los autores más importantes de la historia de la animación. Fundó junto a Hayao Miyazaki la productora nipona Studio Ghibli, maestra en el arte de contar historias con dibujos. Dirigió 'La tumba de las luciérnagas' (1988), una de las mejores películas bélicas jamás creadas. Ahora estrena en España la que quizá sea su obra final, 'El cuento de la princesa Kaguya', adaptación de un relato de mil años de antigüedad por la que estuvo nominado al Oscar.
Su película se inspira en uno de los relatos más antiguos de la historia de Japón. ¿Qué le atrajo de él? Que la historia es algo parecido a un rompecabezas. Su dimensión fantástica es confusa, y algunos de sus temas son ininteligibles. Y es precisamente esa opacidad lo que me atrajo. Me propuse enfrentarme a los retos que la historia me planteaba, e intenté encontrar en ella claves ocultas y mensajes no explicitados. Mientras lo hacía, comprendí que habla de una idea que yo siempre he explorado.
¿Cuál es esa idea? Con mis historias trato de animar a la gente a que vivan sus vidas de la forma más intensa posible, que sean la mejor versión de sí mismos y no se dejen distraer por bagatelas como el dinero o el prestigio. Nuestra existencia es algo precioso porque es finita. Un día nos vamos a morir y debemos aprovechar al máximo nuestro tiempo, y allanar el camino para aquellos que vendrán después de nosotros.
Las mujeres jóvenes y fuertes son personajes recurrentes en su obra. ¿Qué hace de ellas un sujeto dramático tan efectivo? A lo largo de mi vida he sido testigo de cambios continuos tanto en las relaciones entre hombres y mujeres como en el papel social que ellas desempeñan, y es un asunto que siempre me ha interesado. Además, como narrador es un reto construir personajes femeninos sin imponerles una perspectiva masculina sobre cómo deberían comportarse. Me gusta ser su aliado. Dicen que soy un director feminista, y me gusta serlo.
El diseño de 'El cuento de la princesa Kaguya' se basa en dibujos diáfanos y trazos imprecisos, y eso da a la animación un aire expresionista. ¿Por qué ese estilo? Mi objetivo es dirigir la atención del público a la esencia oculta tras el dibujo. Quiero expresar una realidad sin recurrir a una descripción explícitamente realista. Me interesa más la sustracción que la adición, y creo que ese método invoca la imaginación del espectador y le permite conectar directamente con sus recuerdos y sus fantasías.
¿Tiene pensado seguir trabajando ese tipo de animación en el futuro? ¿El futuro? Es una incógnita. Tengo muchas ideas pero soy un anciano, y tal vez no me quede energía física o mental para hacer una película más.
¿Tiene el tono melancólico de su película relación con ese hecho? En realidad, no. Reconozco cierta melancolía en ella, pero no la incluí en el relato deliberadamente. Supongo que el tiempo en el que vivimos, que al menos en Japón es pesimista y sombrío, hace que todos seamos inconscientemente melancólicos. Pero yo siempre me he considerado un epicúreo. Me bastan placeres pequeños, un solo rayo de sol mañanero, para encontrar alegría y felicidad.