CORNADA DE LOBO
Protestantes aquí
Tiene la vida cruces donde aguarda siempre una cuenta pendiente o alguna gratitud inesesperada. Fue el caso. Y el cruce estuvo en un restaurante donde comíamos en animada charla hasta que un buen hombre se acercó disculpándose educadamente por la interrupción y alargándome un papel (era un jirón del mantel de su mesa) donde acababa de escribir algo a lapicero con esa caligrafía labrada en vieja escuela con maestro de plan antiguo, plumines y cuaderno rayado. Y sin más, con nuevas disculpas, regresó a su mesa.
Así que se fue aquel hombre, la intriga me tiró los ojos a la nota: «Gracias Sr. Trapiello por su columna del «Diario de León» «Mea culpa» sobre rotular pintadas en capilla protestante. Mi abuelo fue protestante en la capilla de Jiménez de Jamuz; quisieron quemarla durante la Guerra Civil y a él le pegaron una paliza los de una cofradía penitencial. El cura mandaba a las mujeres y niños tirar piedras a la capilla y no enterraba a protestantes o denunciaba sus funerales».
Tuve que hacer memoria; esa columna se publicó hace años y en ella contaba cómo chavales de El Cid rompíamos los cristales del humilde local que los evangélicos tenían al pie de la escalerilla de los Maristas, rotulando con tiza en su puerta «Viva la Virgen» por creer que, como aseguraba un maestro de aquella escuela nacional, eso irritaba muchísimo a los protestantes (ya ves), casi tanto como untar con tocino la puerta de una mezquita.
No sabía yo de esa comunidad del Jamuz, pero sí en Toral de los Guzmanes, nacida en el XIX y ahí sigue. No es difícil imaginar en ese tiempo de requetés recién comulgados la marginación que había de soportar esa poca gente que tenía capilla propia y la enterraban aparte. Si en la ciudad lo llevaban mal, ¿qué no sería en un pueblo?...
Pero no recuerdo un solo tipo ruin o ladino entre los protestantes que conocí de rapaz, era gente muy formal en su oficio o negocio... y más cristiana que tantísimo «católico de veras» que domingo a domingo ostentaba ser capaz de comer a la vez a Dios por las patas y al pecado o al cohecho por el rabo.