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Una huella profunda

A mi padre siempre le consideré un arquitecto mediático de ambiciosos proyectos, de ilusiones y de esperanzas

Publicado por
ANTONIO ASENSIO MOSBAH
León

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Siempre tengo presente a mi padre. Lo admiraba mucho. Y su recuerdo se hace muy intenso en fechas aún más señaladas, como en este 2016 cuando se cumplen cuarenta años de la fundación del Grupo Zeta y quince años de su fallecimiento. Dejó una huella tan profunda que es imposible abstraerse de su memoria ni un instante. Murió joven, con 53 años, pero la grandeza de personas como mi padre, dotadas de un enorme talento y de una vitalidad desbordante, radica en la capacidad de levantar en un suspiro de tiempo, apenas 25 años, proyectos sólidos, respetados e influyentes como Grupo Zeta, un grupo que en la historia de los medios de comunicación se asociará siempre a la defensa de la democracia, los derechos humanos y las libertades.

Han pasado quince años desde que nos dejó. Y en este breve periodo de tiempo, la sociedad en general, y el ámbito de los medios de comunicación en particular, están experimentando unos cambios de una magnitud que eran inimaginables hace unos años. El desenfrenado y dinámico desarrollo tecnológico, que nos ha adentrado en la llamada tercera revolución industrial, ha provocado tal impacto en nuestros hábitos de comportamiento que nos exige trabajar sin descanso para adaptarnos a un presente fugaz y a un futuro tan prometedor y apasionante como incierto.

En estos últimos quince años, el avance de las nuevas tecnologías ha universalizado el mundo de la comunicación y ha modificado los usos de los ciudadanos en el manejo de los medios, ya sea desde el ángulo de la información, de la formación o del entretenimiento. En España, por ejemplo, las difusiones de la prensa escrita se han reducido en estos tres lustros en un 45%, de 4,3 millones de lectores, a 2,4; el número de cabeceras ha pasado de 136 a 106; y los ingresos de publicidad, han descendido en un 40%. ¿Está en crisis el periodismo? No. El periodismo no. Sólo están cambiando los soportes por los que se canaliza el ejercicio periodístico y la forma de acercarse a la información.

Porque este descenso en la presencia del papel va acompañado de un aumento espectacular en los usos de internet y de las redes sociales por los ciudadanos. En estos últimos quince años, han nacido YouTube, Facebook, Twitter e Instagram, con más de mil millones de usuarios en todo el mundo que utilizan estas redes para compartir información y comunicarse. En España, de los 3,5 millones de usuarios en 2001 hemos pasado a 35 millones. Actualmente, en nuestro país funcionan en torno a 5.000 medios digitales de distinto tamaño y función. Todos los grupos de comunicación priorizan ya sus inversiones en las nuevas tecnologías, conscientes de los cambios que se están produciendo en los comportamientos respecto a la información.

La crisis económica, con sus desigualdes, sus injusticias y sus historias de codicia y miseria, también ha influido de forma determinante en las transformaciones sociales, a las que los medios no podemos sustraernos. Solo basta ver nuestro país para comprobar cómo los movimientos de protesta y de indignación social, generados por un autismo político y económico sonrojante, han modificado sensiblemente el paisaje en este país. Hemos asistido al nacimiento de fuerzas políticas que han roto la hegemonía del bipartidismo político y se percibe una rotunda exigencia social de comportamientos ejemplares que devuelvan la confianza y el ánimo a una sociedad incrédula y temerosa.

A mi padre siempre le consideré un arquitecto mediático de ambiciosos proyectos, de ilusiones y de esperanzas. Un maestro convencido de la imprescindible sensibilidad que los medios de comunicación deben demostrar ante las inquietudes de los ciudadanos y de los cambios sociales en cualquier tiempo y lugar. Era un emprendedor con la visión muy clara de ese papel de los medios en la sociedad. Quince años después, en medio de los cambios de vértigo que vivimos, y que provocan no pocos titubeos sobre las fórmulas acertadas que se deben de aplicar, estoy seguro de que mi padre disfrutaría enormemente ante esta complejidad tecnológica y su repercusión en el modelo de los medios.

El también vivió momentos muy difíciles, pero con su clarividencia y audacia contribuyó en su tiempo a la transformación de los medios de comunicación en nuestro país. Nuestra obligación en Grupo Zeta es seguir tomando como ejemplo su sagacidad y empuje para afrontar con éxito y responsabilidad los desafíos que tenemos por delante. Todas sus cualidades son y serán mi referencia como presidente del grupo. Hay que seguir inventando aunque creamos que ya está todo inventado.