Inútiles totales

U nos quieren acercar distancias y otros guardar posiciones, pero en lo único que son acordes es en no tomar ningún acuerdo. Su lema parece ser «busque, compare y si encuentra algo mejor huya rápidamente para oponerse». El viejo lema aquel, que tampoco le dio resultado a nuestros abuelos, de «suma y vencerás» está en desuso, porque no se trata de sumar, sino de molestar. A nuestros políticos, quizá porque sean algo botarates, lo que más les gusta es que votemos. Nos ha salido tan bien la anterior votación que vamos a repetirla. ¿Qué no habrán hecho ellos por esta patria? Unos han contribuido a parcelarla y otros se han limitado a intervenir en mítines, pero no es justo que les llamemos políticos porque no tienen idea de su alta misión. Son unos señores que pasaban por allí, vieron un pesebre hospitalario y cayeron de bruces en él. A ver quién los echa. Son muy numerosos y aunque se llevan muy mal están siempre dispuestos a llevarse algo. No ha sido un fracaso de la política, sino de los que quieren vivir de ella practicando la infamante condición de chulos. Ahora están discutiendo el precio de las nuevas elecciones, que el rey no ha tenido más remedio que convocar al mismo tiempo que pedía que fuesen austeras. Muy austeras. Lo más austeras posible dentro del despilfarro. Se hacen cálculos de lo que va a costarnos la nueva consulta. A mí, que soy de letras, me inspira un gran respeto toda cifra que exceda de cien mil pesetas de las antiguas, que entonces eran veinte mil duros. Groucho Marx reconocía que en la vida hay cosas mucho más importantes que el dinero, pero lamentaba que costaran tanto. Nos quedan unos setenta días mal contados para que nos demos cuenta de que nos falta dinero cuando lo contemos. Así que lo mejor es no hacer cuentas. Conviene hacer un curso acelerado en austeridades. Maestros no faltan: César Vallejo decía que si él no hubiera nacido otro pobre tomará su café y Pablo Iglesias quizá piense que, si se comprara una chaqueta, otro político tendría que ir en mangas de camisa.