Ínfimas
Cada día invertimos más tiempo en trabajar, comprar, consumir y desechar objetos superfluos. La mentalidad colonizada por este ciclo de consumo&producción de cosas innecesarias, provoca día a día la alteración del medio ambiente. Pensamiento y práctica van de la mano para conseguir una transformación social, denunciando la alienación consumista y devastadora de la Tierra y buscando un nuevo modelo de desarrollo. Es imprescindible para conseguir un cambio real de paradigma, fomentar la sostenibilidad e innovar en relación con la división sexual del trabajo, porque no se puede hacer política ambiental favoreciendo esquemas tradicionales.
Alcanzar una imagen positiva pero no idealizada de la Naturaleza implica ser conscientes de incomodidades, peligros y problemas que la ciencia y la técnica han ayudado a superar. La crítica ecofeminista nos ayuda a cuidar nuestros cuerpos frente a una confianza excesiva en el desarrollo de la tecnociencia.
Nos cuenta Alicia Puleo que «es hora de ecofeminismo para que otro mundo sea posible, un mundo que no esté basado en la explotación y la opresión. Esta sociedad del futuro se vislumbra ya en la lucha contra todas las dominaciones, las antiguas y las nuevas, las de los antiguos patriarcados de coerción y las del patriarcado de consentimiento que impone sus mandatos en la desmesura neoliberal. Transformar el modelo androcéntrico de desarrollo, conquista y explotación destructivos implica tanto asumir una mirada empática sobre la Naturaleza como un análisis crítico de las relaciones de poder».
Razón y emoción tienen que estar conectadas para conseguir un desarrollo equilibrado, una calidad de vida que no suponga la creación y multiplicación infinita de los objetos materiales, sino que la mirada se centre en la mejora de las relaciones interpersonales, de disponer de más tiempo libre y ser capaces de usarlo de manera no alienada.
Una pequeña acción en ocasiones genera grandes cambios. Cualquier intervención humana sobre un objeto, por ínfima que sea, deja rastros que pueden ser detectados. Aunque aparentemente iguales, pueden finalmente diferenciarse en un mínimo detalle; tan sólo se trata de poner la mirada sobre los pequeños hábitos cotidianos que pueden ayudar a cuidar nuestro planeta.
El viaje de estas cuarenta ínfimas margaritas continúa...
Isabel Alonso