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«Hace falta concienciación social para no ver las algas como basura»

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León

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Iba a llamarse Brezo, como su madre y como la patrona del anegado pueblo de Pedrosa del Rey, de donde es oriunda, porque nació el 21 de septiembre. Pero imperó el deseo del padre. Y la pusieron Marina. Quería estudiar algo relacionado con la biología o el medio ambiente, a pesar de que no le auguraban buenas expectativas profesionales. Y descubrió que existía una carrera llamada Ciencias del Mar.

«Era exactamente lo que quería hacer». Tenía que salir de León sí o sí porque los estudios se imparten solamente en Vigo, Canarias y Cádiz. Así que a la aventura de cumplir el deseo profesional se sumó la aventura personal salir de casa con 18 años ¡recién cumplidos!

En 2001 se fue a Vigo y allí acaba de doctorarse en Ciencias del Mar. «El tema de las algas no era ni mucho menos de mis favoritos pero una vez comienzas algo poco a poco te va absorbiendo y empiezas a encontrar puntos fascinantes donde seguir investigando».

Más allá del hito científico (por primera vez se ha usado un medidor de CO2 para medir lo que liberan las algas en descomposición), espera aportar con este trabajo «mi granito de arena a la concienciación social». Está convencida de que si la gente lo demanda, las instituciones cambiarán su forma de gestionar las playas.

Marina Gómez Rodríguez se ha convertido en la defensora de las algas. «No son basura», recalca. «Una playa con algas no es una playa sucia, es una playa sana», añade. «Debemos ser conscientes que las playas no son montones de arena sin vida sino que existe un importante número de especies viviendo en ellas (solo tenemos que abrir un poco los ojos)», explica.

Si cuando la gente da un paseo por un bosque no se extraña de que haya ramas, hojarasca, restos animales en descomposición, tampoco debería ver mal la presencia de algas en las playas, comenta. Es la naturaleza y nadie lo cuestiona, al contrario de lo que ocurre con las algas.

Por ello insiste en que «las algas son una fuente de alimento imprescindible para mantener la biodiversidad de la playa y de ecosistemas adyacentes» sin olvidar su influencia en peces, aves marinas, reptiles y pequeños mamíferos de las dunas.

Una leonesa por los cuatro costados que respira aires marinos.