LA 'CONTRA' DEL DIARIO
La arqueología da la razón a la Biblia
Hallan en Israel el primer cementerio de los filisteos, uno de los pueblos más enigmáticos de la antigüedad.
daniela brick | tel aviv
El hallazgo en Israel del primer cementerio filisteo del mundo arroja luz sobre los desconocidos orígenes y costumbres de este pueblo de la antigüedad, del que sin embargo existen numerosos testimonios en diversos textos egipcios, hebreos y asirios.
El enorme lugar de enterramiento, datado hace unos 3.000 años, fue localizado en 2013 en la ciudad costera de Ashkelón, pero sus resultados empiezan a salir ahora a la luz después de dos años de excavaciones en el lugar, un yacimiento investigado en su conjunto desde hace tres décadas.
«No se había encontrado antes un ejemplo sistemático que reflejara lo que pensaban los filisteos acerca de la muerte y cómo trataban a sus muertos. Realmente podemos anunciar que hemos localizado el primer cementerio filisteo», explicó ayer en una rueda de prensa Daniel Master, profesor del Wheaton College y máximo responsable de la excavación desde el año 2007.
El descubrimiento sin precedentes permitirá a los arqueólogos no solo estudiar las prácticas de enterramiento de este pueblo por primera vez, sino también conocer mejor las características y costumbres que lo diferenciaban de sus coetáneos e indagar en sus orígenes. Porque si bien su existencia es conocida desde siempre, los filisteos no dejan de ser aún uno de los grandes enigmas de la antigüedad, hasta el punto que los estudiosos debaten desde hace décadas sobre su procedencia.
El camposanto, datado entre los siglos XI y VIII antes de Cristpo, podría apoyar la teoría de que los filisteos migraron a las costas del antiguo Israel desde una región situada al oeste, probablemente el mar Egeo, alrededor del siglo XII a.C. Hasta la fecha, excavaciones realizadas en lugares como Ashdod, Ekron, Ashkelón, Gath (ciudad del mítico Goliat) o Gaza han revelado cómo eran culturalmente y cómo se diferenciaban de los pueblos canaaneos e israelitas, que los consideraban sus «archienemigos», constata Master.