Diario de León

Centinelas de una guerra invisible

La aparición de las resistencias a los antibióticos debido al mal uso de los mismos, hace que nos enfrentemos a la posibilidad de un regreso al pasado, a una sociedad post-antibióticos en la que una simple operación pueda resultar letal

José Guerra Laso, adjunto de Medicina Interna, Emilio Valverde Romero, adjunto al servicio de Microbiología, y Julia Núñez, residente en la uci. MARCIANO PÉREZ

José Guerra Laso, adjunto de Medicina Interna, Emilio Valverde Romero, adjunto al servicio de Microbiología, y Julia Núñez, residente en la uci. MARCIANO PÉREZ

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cristina fanjul | león

Son los centinelas contra las llamadas bacterias resistentes, las causantes de que sólo en Europa mueran 25.000 pacientes al año debido a infecciones inmunes a los antibióticos. Un amplio equipo, integrado por internistas, microbiólogos y farmacéuticos y del que forman parte José Guerra (Medicina Interna) y Emilio Valverde (Microbiología) se reúnen cada día para establecer protocolos que eviten que las temibles superbacterias ganen la partida al enfermo.

El manejo de las enfermedades infecciosas es «complejo» y «difícil» debido a muchas variantes. La principal es que las bacterias están en continua evolución, mutan, con lo que las pruebas diagnósticas y los fármacos también cambian. Hace unos meses, por ejemplo, se encontró en un paciente de Estados Unidos una versión de la bacteria E. coli resistente al tratamiento con colistina. «Esta superbacteria, en este momento, es más una amenaza potencial que real. Se ha descrito en los cinco continentes, si bien en casi la totalidad de los casos ha sido en animales o el medio ambiente y no en enfermos», destaca Emilio Valverde.

No obstante, asumen que hay una posibilidad de que esas cepas se extiendan a los enfermos. «Uno de nuestros objetivos es detectar si hay enfermos de este tipo para aislarles evitando con ello que puedan contagiar», aseguran y, sí, certifican que el Hospital de León está preparado para ello. 

Los especialistas tratan de eliminar el pánico, si bien dejan claro que en el Hospital de León sí hay casos de pacientes infectados con microorganismos resistentes a muchos tipos de antibióticos. Es el caso de Staphylococcus aureus meticilín-resistente, un tipo de bacteria resistente a la penicilina y el resto de betalactámicos que es la causante de muchas enfermedades con grave riesgo vital, tales como celulitis, abscesos profundos, osteomielitis, meningitis, sepsis, endocarditis o neumonía. José Guerra destaca que por regla general, el 50% de los pacientes del Hospital de León recibe algún tratamiento antibiótico y en la actualidad al menos 14 son críticos. El problema de las enfermedades infecciosas es que se trata de patologías transversales y, además, «conseguir cambios transcendentes es difícil». 

Este equipo multidisciplinar desarrolla una labor coordinada que se basa en un protocolo muy preciso. «Sí, podríamos decir que se trata de gestionar recursos humanos, sólo que en este caso se trata de gestionar bacterias», precisa José Guerra. En este protocolo destaca la obtención de cultivos de manera temprana, esto es, antes de iniciar el tratamiento antibiótico empírico y adaptarlo  basándose en los resultados. Asimismo, cada día se produce una vigilancia estrecha de los perfiles de resistencia a los antibióticos con el fin de elegir de manera dirigida el tratamiento antibiótico más adecuado para cada paciente.

El equipo recuerda que el uso del antibiótico tiene un efecto ecológico. Es decir, tiene consecuencias sobre quien los toma pero también, y esto es lo esencial, sobre el resto, porque modifican a las bacterias. «Por ello, es necesario que todos entendamos que es necesario un equilibrio razonable entre el paciente y el uso de los antibióticos», destacan. Y es que cuando un antibiótico no se usa de manera adecuada se está mostrando a la bacteria la manera de hacerse resistente, con lo que se convierten en una auténtica bomba de relojería. Para evitar que los antibióticos dejen de servir en la lucha contra las infecciones no sólo habrá que seguir investigando en la búsqueda de nuevos antimicrobianos, sino que es necesario un uso más racional de los mismos, evitando el abuso. «Hay que dejar de emplearlos en animales y en agricultura y realizar los diagnósticos de forma más rápida y precisa», destacan los doctores. 

El problema en la actualidad es que comienza a haber cada vez con más frecuencia bacterias productoras de carbapenemasas, que son el resultado directo del mal uso de los antibióticos. Este tipo de bacteria es resistente a muchos tipos de antibióticos y suelen aparecer, además, en pacientes que se encuentran muy indefensos por la gravedad de la enfermedad. La única manera de hacer frente a las infecciones provocadas por estas bacterias son antibióticos alternativos, más tóxicos y menos eficaces. 

Otro de los problemas al que se tienen que enfrentar los médicos es que la industria farmacéutica no investiga en este campo porque no le sale rentable. «La OMS ha reclamado a la industria que aporte al menos diez antibióticos de aquí a veinte años y, por primera vez en mucho tiempo tenemos seis tipos nuevos», subrayan. No obstante, advierten de que si persiste el uso indiscriminado de los antibióticos fuera del uso estrictamente sanitario, de poco servirá, puesto que se acortarán los plazos de su vida útil...

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