El águila pesca de nuevo en el Cantábrico

ana gaitero | villaviciosa

Sus amarillos ojos reclaman la libertad perdida momentáneamente. Y sus alas se despliegan en un vuelo rápido y sinuoso sobre la ría de Villaviciosa en cuanto la bióloga del Fapas, Doriana Pando, libera las poderosas garras del águila pescadora.

Parecía una mañana tranquila de agosto. El águila acababa de pescar una furagaña (una pequeña lubina) y los veraneantes desayunaban contemplando el trajín de una lancha hinchable que hacía extraños movimientos. Sus tripulantes plantaron dos palos en una de las islas de la ría y luego se escondieron detrás de la barca atracada frente a una de las casas.

El águila se confió y cayó en la trampa. Y la bióloga corrío a través de la ría —se le saltaron las lágrimas por el esfuerzo— y finalmente consiguió atraparla para anillarla, pesarla e identificar su sexo. Lo primero no fue fácil. Las garras de la pescadora se resistían a la operación, pese a que una capucha le impedía ver la operación. Pero a partir de ahora podrá ser observada con facilidad gracias al llamativo anillo amarillo.

Los 1.450 gramos indican que es un macho, pues «las hembras pesan más», señala la bióloga asturiana, que se formó en la Universidad de León y es una de las discípulas del legendario profesor Pancho Purroy.

‘Alfred’, así fue bautizada en honor a un ornitólogo asturiano fallecido recientemente, es una de las tres águilas localizadas en Asturias, una en la ría del Eo y dos en la de Villaviciosa, desde que el Fondo para la Protección de los Animales Salvajes (Fapas) puso en marcha el programa de recuperación de esta ave que dejó de anidar en el Cantábrico en los años 60, comenta su presidente, Roberto Hartasánchez.

«Que las águilas pescadoras se queden a pasar el verano en la costa asturiana es un buen síntoma, pues se trata de ejemplares jóvenes nacidos en el año 2015, muy posiblemente en países del norte de Europa como Suecia y Noruega», explica. Ahora buscan espacios idóneos para anidar, pues en 2017 iniciarán su ciclo reproductor buscando pareja y construyendo un nido. «Esta posibilidad de reproducción cada año está más cerca en la costa asturiana», afirma el Fapas. Los nidos artificiales colocados y la buena calidad de las rías, con el alimento asegurado, lo facilitan. Otro gran aliciente son los indicios de cortejo entre la pareja de Villaviciosa.