La vocinglería

Dice Sócrates que el español sólo tuvo dos maestros en el arte de hablar en público: el cura en el púlpito y el feriante en su tómbola. La parroquia y la feria fueron su única escuela. Añade que también las iglesias eran entonces el único conservatorio donde el pueblo desbravó su oreja de cencerra y su cántico bruto.

Por eso la oratoria política hubo de mamar de la oratoria sagrada hasta hacerse un puro calco. Incluso el rojerío matacuras de hace un siglo abusaba del soniquete de púlpito y en nada se distinguía una incendiaria arenga de Lenin de un inflamado sermón del dominico Lacordaire en Notre Dame de París... mucha influencia... y se le sigue notando al rojerío de hoy por haber estudiado tantos en frailes o seminarios; por eso les gusta poner a lo suyo ecos de bóveda... a falta de catedral, buenas son teles y micros.

Pero Sócrates pregunta dónde aprenderían o copiarían los tantísimos locutores deportivos que se desgañitan en teles y radios como cornejas enloquecidas; exageran, inyectan tensión y paroxismo incluso retransmitiendo una partida de ajedrez... ¿a qué?... es que a estos les tocó aprender del de la tómbola... y lo tombolero vende.

La monodosis olímpica de estos días agranda la tormenta de vocinglerías... teniendo en cuenta que aquí se juega, además, con lo nacional-emocional y el trapo-bandera (¡cuán gritan esos malditos lunfardos!), la cosa va del típico locutor que pasa en dos minutos del triunfalismo infantiloide e irracional a la decepción derrotista, luciendo ese sentido trágico y pendular de la existencia que tanto gusta a este país... o a la Argentina de potros y psiquiatras.

En los medios calientes (radio y tele) la voz era la mitad del crédito y estilo. ¿Eligen hoy las voces más altisonantes porque no hay otro modo de hacerse notar en el ruidoso guirigay mediático?... resígnate, aquí sólo manda el modo tómbola... ¡vaya!, pues el único modo de librar a España de sus neuras (o enloquecerla de una vez) será encargar las retransmisiones parlamentarias a los locutores deportivos... ganaría el deporte con su ausencia y esta política nacional que es una tómbola.