INDUSTRIA NUCLEAR CHINA
Sopapo a los planes de expansión
El recelo ante la participación de China en sectores estratégicos dificulta la expansión de su tecnología nuclear
Gran Bretaña simboliza la oportunidad de mercado para la industria nuclear china: un país que ha pasado de la autosuficiencia energética a castigar su balanza comercial con importaciones en masa de carbón y gas natural. La solución parecía el acuerdo firmado con toda fanfarria el pasado año durante la visita a Londres del presidente chino, Xi Jinping. La central de Hinckley Point, en el sudeste del país, aportaría el 7% de la energía nacional durante el próximo medio siglo. La inversión de 24.000 millones de dólares conjunta entre las compañías Electricite de France y China General Nuclear Corp certificaría la entrada de Pekín en la gran liga nuclear.
Gran Bretaña también simboliza las trabas a las ambiciones chinas: la nueva primera ministra, Theresa May, ha pospuesto la aprobación con gaseosas razones que sugieren el temor a la participación china en sectores estratégicos. La prensa inglesa alerta de que Pekín podría dejar a oscuras el país en un momento de crisis mientras la china habla de sinofobia y amenaza con el fin de la "época dorada" bilateral.
Otras inversiones chinas han sido frenadas en el extranjero por razones de seguridad nacional, las mismas que arguye Pekín para impedir la entrada de compañías extranjeras en muchos sectores. Para China supone un sopapo en su incipiente expansión nuclear. Sus tres compañías estatales ya están presentes en una decena de países cumpliendo diferentes funciones, desde el procesamiento de combustible a la exportación de tecnología. El plan dibujado por Pekín contempla reactores propios en buena parte del mundo en las próximas décadas. Hoy cuesta imaginar a China suministrando infraestructuras complejas, tecnología puntera y estándares de seguridad, pero el éxito global en otros sectores como el ferrocarril de alta velocidad permite el optimismo.
GANARSE LA CONFIANZA
Pekín pelea con potencias nucleares contrastadas como Canadá, Francia, Rusia o Corea del Sur oponiendo costes más baratos, facilidades de financiación y décadas de gestión de sus centrales sin problemas. Aymerich señala que sus empresas están muy activas en los mercados internacionales y bien posicionadas en las licitaciones. "La combinación de una tecnología razonablemente probada y unas condiciones de financiación favorables van a hacer muy atractiva esta alternativa", señala. Las trabas, continúa, son su escasa experiencia en el extranjero y las diferencias de legislación, idioma, relaciones con el cliente y proveedores locales o entorno cultural.
Compañías chinas han firmado acuerdos para levantar reactores con diseño extranjero pero el futuro pasa por el reactor Hualong-1. Es el primero diseñado íntegramente con tecnología china y está pensado para el mercado internacional. Ha superado el examen de la IAEA y su creador, Xing Ji, lo califica como uno de los más seguros del mundo. China ya ha recibido órdenes de compra de Pakistán y Argentina. Pero el reactor no ha sido probado aún y ganarse la confianza global en el sector requiere unos plazos largos que los prejuicios sobre la tecnología china no recortarán. "Para que China llegue a ser una potencia exportadora tendrá que esperar al menos una década. La fiabilidad de su tecnología nacional aún no ha sido suficientemente probada y el mundo estará muy atento a su funcionamiento", juzga Zhou Xizhou, director de la consultora IHS China Energy.
China sigue la senda de Corea del Sur: usó tecnología extranjera y lentamente añadió innovaciones hasta edificar una industria propia sólida que ahora exporta a Oriente Medio. El proceso se alargó durante décadas.