El lado tierno de un chico duro

carmen tapia | texto

ramiro | fotografía

Primero en su BMW k 100 RS verde y ahora en una roja de la misma marca, Ramón Carro Andrés ha participado en cien actividades solidarias en León, Lugo, Palencia y Burgos. Es el presidente de Moteros Solidarios, una red de 50 voluntarios y voluntarias, chicos duros que se vuelcan con los niños discapacitados. Todo surgió hacer 12 años por culpa de un menor con síndrome de Down. «Yo iba en la moto y el se quedó mirándome. No pude resistirme y le dije a su madre que lo subiera, que no se preocupara. Y le di una vuelta. El problema fue luego para bajarlo. Entonces le prometí que le llamaría otro día para ir a pasear. Y ahí surgió todo». Tras ese primer paseo llegaron los viajes organizados con Amidown, Asprona, Cosamay, Aspace y Cinco Llagas y se incrementaron las medidas de seguridad con cinturones especiales para sujetar a los ilusionados pasajeros y recorridos en circuitos cerrados. El rugir del motor incrementa la actividad sensorial y la capacidad perceptiva. Así lo ha demostrado Noelia, otra motera solidaria que ha realizado una tesis doctoral sobre los beneficios de esta actividad en las personas con alguna discapacidad. «Ver la cara de felicidad de los chicos compensa todo tu ego y te llena de satisfacción». Moteros Solidarios de León es la única asociación de esta actividad registrada en Europa con marca, logo y estatutos. «Nos mantenemos con las cuotas. Nosotros pagamos la gasolina cuando vamos a las actividades». A sus 61 años le queda ruta para rato. «Las asociaciones reclaman las motos constantemente».