Diario de León

La piel grabada

Crece el negocio del tatuaje. El aumento de la demanda en León ha triplicado la oferta de profesionales que se dedican a un sector que sale de las trincheras de la población más canalla para convertirse en un arte, el de pintar la piel. Cada vez son más los que se apuntan a esta moda milenaria. .

Sergio Abril ha perdido la cuenta de los tatuajes que tiene en el cuerpo. JESÚS F. SALVADORES

Sergio Abril ha perdido la cuenta de los tatuajes que tiene en el cuerpo. JESÚS F. SALVADORES

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carmen Tapia | león

«Lo que ves es lo que soy». Y lo que se ve es un cuerpo tatuado, gritos en la piel, la reivindicación de una forma de ser y de sentir la vida. «Me gusta tatuarme ¿qué pasa?». La pregunta es retórica, no espera respuesta. Para Garci, de Tatto Garci, una piel dibujada «es un arte, mi vida, mi pasión, una forma de distinguirme. No engaño a nadie. Mi filosofía interna es la sinceridad que demuestro».

Los tatuajes han salido de las trincheras de la población más canalla para popularizarse en las pieles de buena familia, arte que engancha y que suma adeptos. Las tiendas especializadas se han triplicado en León en los últimos años para dar respuesta al aumento de la demanda. «Yo empecé a tatuar para dar sentido a mi vida, no lo hice por dinero, pero ahora es un buen negocio». Garci cumple 20 años de actividad con tatuajes cobrados con la voluntad.

El negocio del tatton se populariza. «Desde hace cinco años la gente se tatúa más. Ha habido un boom que ha provocado que se abran más estudios y eso se nota porque hay más competencia», asegura Ruth García, de Last Port Tatto Estudio. «La gente empieza a ver el tatuaje de manera diferente a como se veía hace unos años y ahora ya no les importa que haya un sector de la sociedad que lo asocie a delincuentes».

El tatuaje deja de tener mala prensa para vincularse cada vez más a un arte. Aunque sin un origen claro, se apunta a los hombres euroasiáticos del Neolítico como los primeros tatuadores, hace más de 5.000 años. Una costumbre maldita por los conquistadores del Nuevo Mundo y la Polinesia, pero recuperado por los exploradores en 1771. De aquellos tatuajes con tinta china a los actuales ha pasado un tornado para revolucionar un sector que se reivindica por su maestría, genio y talento.

Una mariposa cubre la espalda de Yara Aguado, de 30 años. Es obra de Garci. «Tenía ganas de tatuarme la espalda entera, siempre me ha gustado». Yara se hizo su primer tatuaje con 19 años. «Fue algo personal». Lleva en el brazo el nombre de su abuelo en árabe.

El primer grabado siempre responde a un sentimiento, un acontecimiento importante en la vida que se quiere recordar. Es un sello en la piel que después engancha para convertirse en una necesidad.

«Ahora no me gusta ver los huecos en blanco que hay en mi piel», dice Óscar Morán, A sus 42 años tiene ya 10 tatuajes en todo su cuerpo. «Me gusta la temática japonesa. También tengo a Marlon Brando en El Padrino».

Un cuerpo grabado no es apto para todos los gustos y la pregunta se hace necesaria: — «¿Has tenido algún problema en tus relaciones de pareja por llevar el cuerpo tatuado?». Y la respuesta es contundente: — «O te gusta o no te gusta, no hay término medio, pero al que le tiene que gustar es a mi. No sé cuando pararé porque es adictivo. Me gusta verme pintado. Si lo haces porque lo hacen los demás te cansas».

El estilo realista y tradicional americano de Gonzalo Muñiz trae a León a personas de otras provincias. El 70% de los clientes de Last Port Tatton Estudio son de fuera de León. «Viene todo tipo de gente, pero la media está entre los 20 y los 40 años aunque también hemos tatuado a gente mayor». El consejo de los especialistas es acudir a un buen tatuador.

«Aumenta el número de personas que se tatúan y también el número de tatuadores que lo hacen en sus casas y hay que tener mucho cuidado», advierte Milagros Vallejo de Samarcanda. «Lo vemos todos los días. A nosotros vienen personas a los que les han hecho malos tatuajes. Un buen tatuador tiene cursos de preparación previo y horas y horas de trabajo y tenemos que estar dados de alta en Sanidad. Aquí vienen inspectores cada poco que comprueban que todo está en orden».

Sergio Abril ha dado el salto. Tiene 22 años. Empezó en su casa hace tres años. Es autodidacta y acaba de abrir una barbería estudio de tatuaje. Barber Lan Tatto es un nuevo concepto de negocio. «La dinámica es combinar la barbería con los tatuajes. Hay un boom de tatuajes y barberías al estilo americano y nosotros hemos apostado por unificar los dos conceptos». En esta empresa está con su socio Iván Sánchez. «Empecé a los 18 años y mis padres que quitaban la idea, pero me apasiona el tatuaje. Me gusta llevar dibujos en la piel. Grabados que hablen de tu vida, de las personas que quieres, de tu estética». Sergio ya ha perdido la cuenta de los grabados que tiene en el cuerpo.

Los estilos

El precio de los tatuajes se mide por la complejidad y el tiempo empleado. El mínimo está en torno a los 50 euros.

La vieja escuela de los grabados está marcada por el estadounidense tradicional, combinación de colores vívidos e iconografía de estilos marineros.

La nueva escuela, surgida a partir de los años 70, viene de Estados Unidos y se caracteriza por imágenes exageradas, tanto el motivo como en la técnica.

El trash polka surgió en Alemania y combina lo real y lo abstracto, la tecnología y la humanidad, la realidad y sus desechos.

El blackwork, que como su nombre indica son trabajos con tinta negra, suele utilizar figuras geométricas y religiosas.

El puntillismo,— para los sombreados— el geométrico — uno de los más populares—, el bosquejo — como si fuera un borrador—, terminado acuarela, surreal —entre la realidad y la fantasía—, y la ilustración, completan los distintos estilos de tatuaje. El realismo gana terreno en el mundo del tatuaje, retratos que utilizan la piel como lienzos como si fueran fotografías grabadas.

LAS ALERGIAS

La alergia a las tintas es uno de los efectos menos conocidos de los tatuajes. «Ahora casi todos los locales tienen unas buenas condiciones sanitarias», explica el doctor Díez Luna, «pero aumentan las reacciones, sobre todo a las tintas rojas. A veces queda cicatriz y cuando aparecen no es fácil de tratar».

El cirujano estético también trata con láser a los arrepentidos. Aunque son minoría, las personas que acuden para deshacerse de un grabado en la piel lo hacen por razones laborales, por cambio de pareja, para ponerse otro encima o para eliminar los dibujados hace 50 años, hechos con tintas de peor calidad que las actuales. Así lo constata el cirujano estético Díez Luna. «Recurren al láser porque hay ofertas de trabajo a las que no pueden ir con tatuajes. Es el caso de las oposiciones a la Policía o Guardia Civil, el reglamento es muy estricto y no permite que ninguna parte visible del cuerpo muestre un tatuaje». Eliminar por completo la tinta de un tatuaje lleva un año de trabajo. «Quitar un tatuaje es lento. El láser rompe las partículas de las tintas y el cuerpo las va eliminando».

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