A roer estaca

Marchando una de duelos... y quebrantados... el infierno de la tirria mutua abrió franquicia en Ferraz... y en la guerra, como en la paz: a hostia limpia y antifaz.

En realidad, es una guerra entre «socialistas» y «sociables», diferencia que me aclaró un cargo público leonés amigo de la grasa que lubrica y que fue a unas elecciones empotrado en una lista del Psoe para que, al cabo del tiempo, se obligara a justificarse conmigo: «Mira, yo no soy socialista... yo soy sociable». Socialistas y sociables son las dos categorías del socialismo español que fue obrero y es partido (a la mitad), pues va de socialista la militancia de bulto y va de sociable la que pilló cargo o cercanía a las pomadas... Corcuera, por ejemplo (banderín de desenganche)... o Felipe, tan sociable él, Bono, Papes, la Chacona... ellos sí que saben de qué van las cosas y se alarmaron (se lo exigió desde arriba lo financiero y desde dentro lo giratorio) ante el gran pifostio nacional que alborota la terquedad de Snchz (le quitaron las vocales primero y ahora le despluman las consonantes)... «primero es España y después el partido», dijo Rubalcaba... y eso es como decir «dejad a Rajoy, que sanee dos años las arcas, aplacemos la toma de La Moncloa... y basta ya de mocosos altaneros en un partido tan serio como el nuestro»... dicho en román paladín: «Jóeteybaila, Pedrito».

Cinco barones y una varona (¿mejor una varona y cinco barones?) determinaron hacer maderable a Pedro Sánchez y a sus apóstoles, esos santos de palo con su carraca del «no» y con su vela al diablo. De ese árbol caído no saldrá ya ni tablón de obra, todo será leña y sobrará madera para hacer estacas que ahora tocará roer... o atravesar con ellas el corazón de los vampiros... o partir crismas a mansalva como en un guiñol... o... ¿no sería mejor una hoguera donde ardan las vanidades, las culpas y las ganas de cargo haciendo renacer de esas cenizas un socialismo fénix que retenga a toda esa base y voto que se les fuga hacia las orillas del Queremos o del Podemos, los dos ríos que rugen y no mansean?... pues a roer la estaca que descalabra... y «agrupémonos todos en la gresca final».