Las calles vuelven por sus fueros
Restituir los nombres que el callejero tenía antes de la guerra. Este es el espíritu con el que trabaja la comisión que se ha creado para cumplir con la Ley de la Memoria Histórica.
cristina fanjul | león
Retornar a su nombre original. Este es el espíritu con el que trabaja la comisión que se ha creado para analizar los nombres del callejero que han de cambiarse y cuáles deberán ser los recambios. Este grupo, integrado por la concejala Margarita Torres, el director del Museo Romano, Victorino García Marcos, y la directora del Archivo Provincial, Esperanza Fernández, ya ha comenzado a bucear en la lista de nombres que en virtud de la Ley de Memoria Histórica serán retirados de las calles de la ciudad. El grupo se ampliará a historiadores con el fin de que, al final del proceso estén todos los que son y sean todos los que están. Y es que, como el historiador Francisco Carantoña se encargó de desvelar, la lista con la que el abogado madrileño Eduardo Ranz presentó la denuncia en los juzgados tenía varias fugas. Así, muchas de las calles evocan a personas nacidas varios siglos antes del estallido de la guerra civil y del franquismo, mientras que en otras hacen referencia a personalidades que, a pesar de su filiación política, destacaron por su ayuda a los presos republicanos. Entre ellas, destaca el nombre de Álvaro López Núñez, ejecutado en Madrid en 1936. El profesor Francisco Carantoña recuerda que éste fue miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas y no puede considerarse entre los casos previstos en la ley. En la misma línea se encuentra Antonio Pérez Crespo, político liberal durante la Restauración, Gabriel Fernández Cadórniga, abogado, periodista y político conservador cuya calle lleva su nombre desde 1899, o Laureano Díez Canseco, catedrático de Derecho que murió en 1930.
Una de las sorpresas de la lista elaborada por Ranz se escondía en la calle dedicada a Luis de Sosa, cuya épica en favor del sufragio universal y los derechos humanos en las Cortes de Cádiz, está muy lejos de las defendidas por el ideario franquista. Tampoco parece muy coherente introducir al obispo José Álvarez Miranda que, a pesar de su talante conservador, intercedió por la vida de los condenados a muerte en 1936. «Eso es algo inusual y que le honra», destaca Carantoña.
La concejala Margarita Torres se refiere también a personas como Manuel Fraga Iribarne o Rodolfo Martín Villa, cuya presencia en el callejero se debe a su labor durante la Transición.
Igual de extraño resultan los que no están, puesto que algunas de las ausencias merecen, en opinión de Carantoña, un puesto destacado en la depuración. Es el caso de las calles Ausente, dedicada con toda probabilidad a José Antonio, la avenida Carlos Pinilla, José Aguado, conocido falangista y alcalde franquista en León, Joaquín López Robles, que presidió la comisión depuradora del magisterio en León o Ángel Suárez Ema, falangista y miembro del ayuntamiento de León en la posguerra.
La pretensión de devolver a la ciudad los nombres que las calles tenían en su origen puede ayudar a comprender mejor la ciudad. Un ejemplo es la calle Pilotos Regueral, que sustituyó a la calle Pósito, nombre que hace referencia a un depósito de cereal. En este lugar, de titularidad municipal, se realizaban préstamos de cereal a los vecinos necesitados con condiciones ventajosas. El Diario de León publicaba el cambio del nombre de la calle el 12 de junio de 1942: «La calle Pósito será en lo sucesivo calle de Pilotos Regueral en memoria a los dos aviadores del mismo nombre que dieron su vida por España».
Lo mismo ocurre con la actual Alcázar de Toledo, que sustituyó al filántropo leonés Sierra Pambley. La nueva nomenclatura se adoptó el 29 de septiembre de 1937 y ese día también se cambiaron las de Gumersindo de Azcárate, que en lo sucesivo se llamaría General Mola, Pablo Flórez, que sería Daoiz y Velarde, Menéndez Pallarés, que pasó a llamarse De la Torre, Pi i Margall, que se convirtió en padre Arintero y la del General Picasso, cuyo recambio fue calle del Pozo.
Travestismo nominal
La arqueología del callejero no tiene fin. La hemeroteca demuestra que los sucesivos regímenes llegaron para eliminar el rastro del anterior. Así, un paseo por las páginas de Diario de León nos demuestra que la República tampoco esperó para borrar el rastro monárquico. Así, el 23 de abril de 1931, el periódico publica la proposición sobre el cambio de nombres de calles. La calle del Rey pasará a llamarse de Montesino, Ruiz Jiménez se llamará 14 de abril, Isabel II, pasará a denominarse de Galán, Reyes se llamaría García Hernández, plaza de Oriente se convertirá en plaza de la República, Reina Cristina, Ramón y Cajal, plaza del Rey pasará a ser plaza del capitán Domingo, avenida de Reina Victoria, de Pablo Iglesias y calle de las infantas será a partir de ese momento calle de Rosalía de Castro. En el citado pleno municipal, también se propuso que desapareciera el nombre de Primo de Rivera que rotulaba una calle particular y revocar el acuerdo por el que se dio nombre a la calle de Miguel Zaera. «Usa la palabra el señor López Robles (Joaquín) para decir que, a su entender, los ayuntamientos deben ser corporaciones eminentemente administrativas , huyendo de toda política partidista». El artículo refleja también la opinión del político monárquico José Eguiagaray Pallarés, que destaca que «le parece bien que los que sacrificaron su vida por un ideal reciban homenajes, pero borrar nombres que otros países en iguales circunstancias que España respetaron es poco gallardo, pues los nombres constituyen parte de la historia de los pueblos». Poco le duró a José Eguiagaray el respeto por la historia. La hemeroteca nos muestra hasta qué punto el nuevo régimen se dio prisa en modificar los nombres de las calles. Así, el diario Proa del 24 de noviembre de 1936 informa de que la Comisión Gestora municipal bajo la presidencia del señor Luaces aprobó el cambio de varias calles. Así, a la calle de Juan Nuevo se le dio el nombre de calle del Teatro, a la del capitán Galán se le renombró calle de la Rúa, a la de García Hernández se le concedió el nombre de calle Nueva y a la plaza de la Libertad, Santo Domingo. Asimismo, se eliminaron los nombres 14 de abril, plaza de la república, Avenida Pablo Iglesias, Primero de mayo, avenida de Castro Girona y avenida de Méjico. Desde entonces, estas arterias de la ciudad pasarían a denominarse avenida de General Sanjurjo, Plaza de Calvo Sotelo, José Antonio Primo de Rivera, avenida 18 de julio, paseo de la Lealtad y Avenida de Roma. Esta última no está incluida en la lista y, sin embargo, es una de las que tendría que formar parte de las calles que habría que modificar de acuerdo a la ley de Memoria Histórica puesto que hace referencia a la Italia fascista de Mussolini. Pero ¿Quiénes eran el capitán Galán, Juan Nuevo García Hernández y Castro Girona?
El primero de ellos fue un militar español, condecorado con la Cruz Laureada de San Fernando por su destacada distinción con la Legión española en la Guerra del Rif. En 1926 participó en la Sanjuanada contra la Dictadura de Miguel Primo de Rivera, circunstancia que le supuso, tras Consejo de Guerra, seis años de condena en el Castillo de Montjuic, donde tendrá ocasión de intimar con destacados líderes barceloneses del movimiento anarquista. Además, junto a Ángel García Fernández uno de los protagonistas de la sublevación de Jaca. Por estos hechos, ambos fueron condenados a muerte. Ambos fueron considerados héroes de la República. Por su parte, Alberto Castro Girona era el 18 de julio de 1936, uno de los tres tenientes generales del Ejército Español, nombrado jefe de Estado Mayor del nuevo Ejército Popular de la República.
Recomendaba el historiadorVíctor del Reguero en un artículo publicado el 11 de agosto de este año que son convenientes prudencia y respeto con la memoria de unos y otros a la hora de valorar si determinadas figuras del pasado tienen legitimidad para nominar los espacios públicos...