CORNADA DE LOBO
Mal sabor
Aunque ahora ya no puedas pasar sin esos sabores que te pirran, el primer café que tomaste te supo a rayos, aunque no hallarás olor más intenso y evocador para perfumar la casa al empezar el día que ese aroma de café que se esparce desde la cocina. Lo mismo te ocurrió con la primera cerveza que probaste y que te supo repelente, amarga, ácida, como para no volver a probarla; y ahora ya ves, una pinta o jarra se te queda enana. Con el primer vino no te sucedió lo mismo porque la abuela te lo preparó caliente, rebajadito con agua y añadiendo miel por aquello de que era bueno para el catarro, aunque el primer tinto de barra o bota campera también te supo a cuernos, como si lamieras la pared de la bodega de tu abuelo en las cuestas de Trobajo, siempre impregnada de un olor mohoso, agrio y perpetuo. Y no te cuento el primer cigarrillo que te llevó al vómito y al mareo, aunque ahora no hay nadie que pueda desempadronarte del bolsillo la cajetilla.
Y todo lo que después consideraste manjares tuvieron también una primera vez desastrosa o estomagante, como el solomillo de ternera que se te hacía bola; ¿la merluza?, ni verla, sólo rebozándola de engaños; ¿y espárragos de Tudela?, ag, repugnan, tienen hilos; los pimientos bercianos asados ni querías olerlos; te sublevabas ante una sopa de cocido de la que hoy te sirves dos platos... ¿y las ostras?, te sabían a mocarro con pulmón... con no menos asquito te asomabas a un plato de ancas de rana, de caracoles, de setas, de higadillo, de mollejas... en fin, todo fue ponerte y superar la repugnancia natural que te daban; y no fue porque sí, poque tu cuerpo te pidiera esas glorias al paladar, sino porque los demás se relamían, lo encomiaban y tú mirabas pasmao, como ahora encomias tú, tras refinarte el gusto, la morchela blanca del Piamonte o el caviar iraní (esa latita que guardas en el frigo traída de Ankara es más falsa que las mulas de Cabo, que sí)... en fin, yo es que debo estar preso en el cepo de sabores de tierra, viejos y vulgares (potajes, estofados, leche frita, ya sabes)... por cierto, la trufa que tanto veneras me sigue sabiendo a gas butano.