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ROCÍO RAMOS-PAÚL PSICÓLOGA

«Hay que fiarse de lo que les enseñamos a nuestros hijos»

Imagen de Rocío Ramos-Paúl, que hoy dará una conferencia en Espacio Vías. DL

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León

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c. f. a. | león

Espacio Vías acoge hoy una charla a cargo de Rocío Ramos-Paúl, Supernanny. El acto, promovido por la Federación Española de Bebidas Espirituosas, forma parte de las actividades de la Red para la Prevención del Consumo de Alcohol por Menores de Edad, de la que el Ayuntamiento de León forma parte desde 2014 y está incluida en la programación de es.pabila.

—¿Qué les va a contar a cuantos hoy asistan a la conferencia?

—Por encima de todo, dos cosas. Para empezar, la necesidad de que conciencien a sus hijos de que no pueden beber. Además, les hablaré de los riesgos que se corren cuando beben.

—¿Cómo debe abordarse la adolescencia?

—Para empezar, no hay que dramatizar. La adolescencia es una etapa complicada, pero también es un momento divertido. Cada adolescente es un mundo y hay que pensar en las características de la adolescencia, en las hormonas, en la adrenalina, en la importancia del grupo social...

—¿Qué debe hacerse para recuperar la relación con los hijos adolescentes?

—Sobre todo, resulta importante identificar áreas que dificultan la relación con los hijos. Hay que cambiar el discurso. Un ejemplo es recuperar momentos neutros, en los que no se discuta. Ver la televisión es una posibilidad. Además, también debemos hacer recordar la importancia del refuerzo, decirles las cosas que nos gustan de ellos y entender que les cueste hablar con nosotros. Por eso, a la hora de hacer preguntas, debemos ser cuidadosos y hacer uso de las fórmulas abiertas.

—Pero me imagino que para eso ha habido un trabajo previo...

—¡Hombre claro! Es que hay que empezar por el principio y, desde el principio, hay que trabajar el autocontrol, la gestión de la frustración y los límites.

—¿Y al revés? ¿Cómo tratar la frustración como padres?

—Hay ocasiones en las que el padre no sabe dar el paso a la adolescencia de su hijo y mantiene, por ejemplo, castigos que ya no valen a esa edad. Ahí es cuando debe comenzar la negociación.

—Complicado.

—Sí, pero hay que comprender que con la adolescencia, comenzamos a tener características diferentes, por eso hay que pautar acciones que ayuden a mejorar las relaciones.

—¿Cómo nos defendemos del grupo?

—Es que esa expresión es equivocada. No podemos luchar con el grupo. Verá. Aparentemente, parece que a nuestros hijos se les ha olvidado todo lo que les hemos enseñado, pero sólo aparentemente. Todo lo que aprendemos queda y de eso tenemos que estar seguros. A partir de ahí, hay que comprender que los hijos deben hacerse adultos. Lo que ocurre es que el proceso es duro porque los niños, con la adolescencia, comienzan a separarse de sus padres para diferenciarse y es a partir de esa diferenciación que comenzarán a igualarse de nuevo a sus padres. Ahora bien, ese proceso ha de trabajarse.

—¿Cómo?

—Tengo que estar vigilante. Puedo prestar mi casa, por ejemplo, para darles confianza y estar al tanto de sus amistades. Hay que fiarse de lo que les hemos enseñado a nuestros hijos enseñado. No hay que perder la vigilancia, pero tampoco tenemos que prohibir.

—¿Si no nos gusta su grupo?

—Entonces, debemos fomentar relaciones en ámbitos distintos.

—¿Qué ocurre si pasa lo contrario? ¿Qué pasa si nuestro hijo no sigue los comportamientos normales de la adolescencia?

—Nos tiene que preocupar en la medida en la que no pase una etapa. Por ejemplo, si lo que le ocurre es que el grupo asusta y se queda en casa.

—¿Se detecta el acoso?

—Nos tiene que preocupar cualquier cambio de comportamiento, si tiene sueño alterado, mal genio... Todo eso son señales de que algo pasa.

—¿Hay que preocuparse por el alcohol?

—Sí. Porque el problema es que comienzan a beber a los 13 años.

—¿Cómo se puede saber que tenemos un problema?

—Cuando empiezas a ver que tu hijo deja de practicar aficiones, empieza a pensar con demasiada asiduidad en lo que va a hacer el viernes por la noche, abandona sus responsabilidades, duerme demasiado, come poco, no se concentra y tiene un rendimiento bajo en los estudios es hora de preocuparse. Hay que empezar a trabajar e investigar qué está pasando.