Memes y memos

Tiriti trump, trump, trump...

tiiriti trump, trump, trump... es la leyenda de un «meme» en el que sale Camarón de la Isla con el pelucón del Trump y la bandera americana de fondo... el montaje se convierte en viñeta (eso, entre otras cosas, es un meme) y circula rebotando por el empedrado de teléfonos que recubre el planeta. El meme suele ir sin firma, pedrada anónima, la que más teme el poderoso... o cualquiera (a ver quién no ha sufrido chistes o burlas en el ruidoso cacareo que nos traemos en las redes, en el chat familiar o en la coña mensajerita del curro).

Como todo en la vida, hay muy pocos memes buenos... infinitamente menos son los que lucen ingenio, arte o agudeza... son vulgares la inmensa mayoría ruda y copiona... y son delincuentes natos el cinco por ciento de cupo. Lo normal. No hay tanta novedad.

El chiste, el panfleto, el libelo, la sátira o la caricatura vienen ya de cuando el Bernesga tenía una sola orilla. En el teatro romano de Cádiz hay una piedrón en el que alguien labró en tosco un meme: «Balbo latro», Balbo ladrón (Balbo era el constructor y algún obrero le sentenció allí para la historia hace dos mil años). Después vinieron burlas medievales de bardo mordaz, octavillas de liberales, hojas volanderas, sátiras crueles, viñetas infamantes en toda prensa... llegaron La Codorniz, El Jueves o los chistes del ministro Fenando Morán... y ahora los tuits.

Pero un fotomontaje con dibujitos y letras se hace hoy al instante digital sin esperar a mañana como el viñetista tradicional. Apenas suceden las cosas, ya circulan veinte memes de jaleo o mofa. Los hay que se pasan, claro, y la mayoría ni llega (los que entran por los que salen). Es el derecho legítimo a la burla o al inútil pataleo. Pero al político le sientan mal, la mínima chanza le envenena y ahora el PP quiere hacer una ley sobre los memes para ponerles mordaza y multón, aunque para eso ya está el código penal... ¿a qué liarse con más líneas rojas?

Si Trump denunciara todos los memes canallas que se ganó todos estos días, colapsaría el sistema judicial tres o cuatro años. Y sería de memos.