CORNADA DE LOBO
Saberlo todo
Me escapé hasta el oráculo de Corcos por ponerle vela y por echarle una pregunta: ¿Saber o no saber?, ¿qué dices?... y así me largó: «Ahora que podéis saberlo todo y al instante, ¡ay de vosotros!... ahora que el Gran Dato ha puesto su corte celestial en una nube al alcance de oraciones breves o pedradas, ¡cuidaos de su lluvia torrencial!... ahora que podéis comulgar y participar de la omnisciencia del Gran Dios digital y varias veces al día acudís a sus misas y oficios en parroquias de internet, ¡os vais a cagar de miedo!... la verdad mata mucho más que la mentira.
¡Hay que saber!... No sois conscientes. Cuando sepáis todo lo que queréis saber de algo, perderéis el último resto de la adorable ingenuidad que adorna a la gente buena. ¿Por qué saberlo todo?... una zona de ignorancia es necesaria para que el corazón siga latiendo emociones y sorpresas, eso que os hace crecer, la ilusión de vivir y hacer cosa nueva cada día. Cuando el futuro se prediga con precisión suiza, el reloj de muchos se os volverá loco.
No sé qué aconsejaros ante este trance, ya que no podréis impedir que incluso aquello que queráis seguir ignorando os llueva un día en cualquier esquina o lo escupa la tele multitemática que llevaréis siempre encendida en la muñeca. No será fácil que escapéis del bombardeo de noticias o saberes saturando vuestras orejas y confundiendo vuestra opinión, que ya nunca será vuestra, propia, y tendréis que comprarla o robarla si os la piden o si la realidad os pisa el rabo.
La verdad os hará libres, os dijo san Pablo... pensadlo, ¿libres?, ¿por qué no os dijo que esa libertad también os lleva a acantilados de luminosa muerte o a pozos de vida oscura?, ¿libres?... el cerebro inventó el olvido porque la verdad no se soporta, ahí nace vuestra angustia y vuestro «Miedo a la libertad», el que os definió Erich Fromm hace 75 años... y seguís igual, pagando o votando para que esa libertad que exige esfuerzo y compromisos os la gestionen otros, un partido, el estado, la religión, la empresa, el dinero... ». Y calló.
Valiente chapa. La próxima vez me voy al oráculo de Pedrún.