SANIDAD
Bonaventura Clotet: "Curar el sida no es imposible: es cuestión de tiempo y dinero"
Su equipo científico participa de las investigaciones internacionales que buscan una vacuna terapéutica, para infectados por el VIH
El doctor Bonaventura Clotet (Barcelona, 1953), una de las voces más autorizadas del mundo en la infección del VIH, ve plausible el final de la epidemia de sida, un objetivo de alcance tan complejo como lo es el virus multifacético que causa la infección. La hipótesis de curación, no inmediata y necesitada de una descomunal financiación, llega en un momento en que los ciudadanos de los países de donde surge el dinero que sostiene su investigación -filántropos, fundaciones bancarias y gobiernos de EEUU y Europa- miran hacia otro lado, erróneamente convencidos de que el VIH es algo así como la diabetes, una enfermedad seria pero controlable. Una actitud que no motiva a los potenciales donantes. "Ha sido un error maquillar el sida", afirma Clotet, que dirige el laboratorio de investigación IrsiCaixa y la Fundación Lucha contra el Sida, ambos ubicados en el Hospital Germans Trias i Pujol (Can Ruti), de Badalona.
-¿De las líneas de investigación sobre el sida que se siguen en el mundo (dar con una vacuna preventiva o terapéutica o actualizar indefinidamente los fármacos que cronifican pero no curan, entre otras), en cuál intervienen ustedes? En todas las que ha marcado el National Institutes of Health (NIH), de EEUU, [institución que traza las pautas de la investigación científica mundial]. El NIH ha fijado las diez prioridades de inversión para poder acabar con el sida. Participamos en todas, y también desarrollamos nuestras propias iniciativas.
-¿Cuáles son esas prioridades? Una es la línea preventiva, que implica obtener una vacuna para la población no infectada, lo que acabaría con la transmisión del VIH. Otra es propiciar la terapia preexposición, para los colectivos que se infectan porque no adoptan medidas para evitarlo, y una tercera es ofrecer fármacos a todos los enfermos, 37 millones de personas en el mundo en estos momentos.
-¿Alguna otra línea? La fundamental: la estrategia que busca acabar con el sida por medio de una vacuna terapéutica, para los ya infectados, que se deberá complementar con anticuerpos neutralizantes e inmunoglobulinas modificadas. Todo esto está en fase de investigación y avanza en paralelo a la línea que busca desarrollar fármacos denominados LRA (agentes que reactivan la latencia), que acabarían con los reservorios donde se oculta el VIH, dormido, inaccesible a los fármacos.
-¿Una vacuna con fármacos complementarios? Eso es. Si queremos acabar con el sida en el mundo, y esto es muy importante por todo lo que representa -sigue habiendo más de un millón de muertes anuales y dos millones de nuevos infectados al año-, necesitamos una vacuna. De hecho, Bill Gates, uno de los principales financiadores de la lucha antisida, ha marcado el año 2030 como límite para que dispongamos tanto de una vacuna terapéutica como de otra preventiva. Las dos.
-¿Pone el dinero? Pone mucho dinero, sí. El día que Gates cumplió 60 años marcó la estrategia de acabar con el sida en el mundo como una de sus cuatro prioridades. Las otras tres son desarrollar las energías renovables, lograr que la educación sea accesible a todo el mundo y trazar planes para prevenir la aparición de nuevas epidemias. Fue muy importante que Gates priorizara la obtención de las vacunas contra el sida.
-¿Es realista perseguir una vacuna preventiva? Es la línea de investigación que está en fase más incipiente. Se dirigiría a la población sana. Está más avanzado el desarrollo de anticuerpos neutralizantes y el de inmunoglobulinas modificadas, que reforzará a la vacuna terapéutica. Las inmunoglobulinas las desarrollamos aquí, en IrsiCaixa, en una 'spin off' [empresa unida a un objetivo en investigación] junto con la compañía Grifols. Es un diseño de nanotecnología que permitirá llevar los fármacos a los reservorios del VIH, haciéndolo coincidir con la vacuna terapéutica. Esa vacuna se compone de un inmunógeno hecho con todas las variantes en que va mutando el VIH.
-Es decir, conocen el camino. Sí. Tenemos las estrategias para acabar con el sida. Y todas se persiguen al unísono, porque son imprescindibles y se complementan. Pero cada paso son millones de euros y unos plazos de experimentación clínica inevitables. No podemos hablar de fechas. La curación del sida es una cuestión de tiempo y dinero. No un imposible.
-¿Ven posible alcanzar los núcleos donde se esconde el VIH? Sí. Para llegar a los reservorios del virus -que reinician la infección si se deja la medicación- lo más importante es saber dónde están. Varios grupos de investigación, entre ellos el nuestro, hemos detectado un subtipo de células CD4 [los linfocitos que son invadidos y eliminados por el VIH] que, consideramos, son esos reservorios. Otros grupos sostienen que se encuentran en células macrófagas, o en otros lugares.
-No están en escondites de células inaccesibles. No. No están escondidas, son células que se mezclan con el resto. El problema es que las células que actúan como reservorios son aparentemente normales. El sistema inmunitario no las puede destruir porque las ve idénticas al resto. Hemos de reactivar al VIH que duerme en su interior -con los fármacos LRA que citaba-, para que las membranas de esas CD4 empiecen a lanzar proteínas virales: de esa forma, serán descubiertas y eliminadas.
-¿Previamente, el infectado habrá tomado fármacos antirretrovirales? Sí. Todo esto debe suceder con una carga viral indetectable en la sangre, lo que se consigue con esa medicación. En el momento en que apliquemos la vacuna terapéutica, los antirretrovirales se dejan de tomar. Esa será la prueba del nueve: si haces un 'stop' de medicación y el VIH no vuelve a salir, ya está. Si sale y reinicia la cosa, la vacuna no habrá servido de nada. Por eso es importante complementar con los anticuerpos y las inmunoglobulinas.
-¿Las células CD4 infectadas por el VIH son fáciles de identificar? Los fármacos lo hacen. El VIH, que es RNA [ácido ribonucléico] ve una CD4 y la invade. Se convierte en su ADN [código genético] y alcanza el núcleo de esa célula. Se adhiere a él y sale al exterior. Busca otras CD4 y repite la operación. Millones de veces cada hora.
-Ahí todo se complica. A medida que pasan las semanas sin recibir tratamiento -solo un 5% de los infectados es consciente del inicio del contagio-, el VIH va produciendo distintas líneas virales mutadas: si atacas una sola, no arreglas nada. El VIH mata a todas las CD4 y esa persona queda sin inmunidad. Sufre tumores, infecciones graves, y muere. Quien toma fármacos, frena el proceso, pero le quedan los reservorios. No puede dejar la medicación.
-¿Cómo surge un reservorio? Cuando aún no se ha iniciado el tratamiento, uno de los VIH que entra en una CD4 se adhiere a su núcleo y se queda allí, en reposo. No se replica ni infecta, pero está enganchado. Ante cualquier eventualidad de esa persona [una gripe, por ejemplo], esa célula inmunológica se activa, y con ella el VIH que contiene. El virus reinicia la infección.
-¿Cuántas células componen esos reservorios? Poquísimas. Menos del 1% del total de las CD4 del cuerpo. El proceso sería: tienes un infectado, empieza tratamiento antirretroviral y ocho semanas después el VIH está indetectable. A los pocos meses, le damos la vacuna terapéutica y deja de tomar los otros fármacos. Como refuerzo, le damos las inmunoglobulinas.
-¿Y? Si es una buena vacuna terapéutica, ésta enseñará a las células CD8 [parte del sistema inmunitario no invadido por el VIH] a identificar y activar al virus latente: lo hará salir de las CD4. En ese momento, los anticuerpos se engancharán al VIH y lo suprimirán. Punto y final. Esto es lo que hemos de conseguir para acabar con el sida.